LA PANDEMIA: la perpetuación de los males endémicos.

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Muchos estarán de acuerdo, con la que suscribe este texto, que las consecuencias a medio y largo plazo de la pandemia que ha llegado —ante el estupor de todos— para quedarse invisible entre nosotros, son rigurosamente imprevisibles. Podemos hacer prospecciones, al respecto, que nos orienten sobre todo en el ámbito práctico, para ir desarrollando acciones que tiendan a minimizar el impacto de las más cruentas. Pero, visto lo visto, supongo que nadie se atreve con honestidad a hacer predicciones, y que adaptarnos a un mundo en el que reina la incertidumbre en todos los ámbitos parece la respuesta más adaptativa. Esto último va a exigirnos una capacidad creativa de respuestas rápidas ante los sucesos que vayan acaeciendo que, por su condición, presentarán siempre carácter urgente.

Tras lo expuesto, entiendo que de lo que sí podemos y debemos ocuparnos es de lo que ya está sucediendo. Me temo que no hace falta refugiarse en hipótesis apocalípticas para empezar a actuar con firmeza en las consecuencias que ya se han producido y siguen derivándose, de facto, por efecto del covid19.

En este sentido, querría destacar unas circunstancias determinadas, porque simplemente me parece de justicia. Hay quien para analizar las desigualdades sociales que se están agudizando a consecuencia de la pandemia, recurre a países del tercer mundo como la India, por ejemplo, mostrando como la hambruna es una secuela más grave ahora. Para ubicar los problemas en su lugar, creo necesario recordar que el hambre en el mundo es endémica desde que tengo uso de razón. Que nunca de forma honesta y decidida ningún organismo internacional se ha propuesto combatirlo regulando acciones que pudiesen sacar de esa situación a la multitud de países que viven esa sangrante gangrena.  No es de extrañar que el covid19, junto a otras epidemias que padecen por abandono de los países más ricos y que a menudo obviamos voluntariamente, esté causando estragos aún más inhumanos de los que ya eran víctimas preferentes. Mas, mi voluntad es insistir en que no son un ejemplo de desigualdad económico social fruto del covid19, sino homicidios contra la humanidad que vienen produciéndose desde hace siglos por omisión consciente de los países que se han enriquecido a costa de su expolio y, por ende, pobreza. A estas alturas de la civilización, lo reitero, lo que sucede en esos países en los que vemos a niños totalmente desnutridos que no pueden ni levantarse del suelo y familias enteras que acaban muriendo por falta de medicamentos, asistencia médica, infraestructuras, y alimentos tiene un nombre que los representa con justicia y este es: HOMICIDIOS, por dejación y falta de auxilio.

Si lo que queremos es analizar las desigualdades económico-sociales agudizadas por la pandemia no debemos desviar la mirada a la lejanía de países denominados pobres. Mirémonos a nosotros mismo, aunque sea por una vez, con honradez y fijémonos en la situación insostenible a la que el covid19 ha condenado a miles de familias, que ya vivían en el umbral de la pobreza. Muchas se han sumado a esa bolsa de la vergüenza en los países occidentales; otras combaten su desesperada situación no respetando confinamiento alguno porque al trabajar sin contrato, o tener falsos contratos de autónomos o por horas: lo no trabajado es no cobrado, y en consecuencia la falta absoluta de ingresos que antes les permitían sobrevivir. ¿Qué opción tienen? Pues creo que ninguna más que seguir trabajando, aunque sea incumpliendo decretos, estados de alerta que no los tienen en consideración, porque ya sabemos que el capitalismo tiene un coste, unos efectos secundarios y ellos son esos daños colaterales que poco importan. Solo así se explica que sean en primer lugar los barrios de la periferia, en la que familias enteras viven hacinadas y sin los medios para mantener una higiene digna, sean los núcleos de rebrotes más importantes que pueden acabar extendiéndose.

Curiosamente, además esas zonas tienen unas tasas de inmigración muy elevadas, con lo que al final, según quien utilice los datos puede hacer un potaje que le lleve a conclusiones xenófobas, cuando en realidad es una cuestión de aporofobia. Y no pudiendo extenderme más en esta cuestión, remito a los interesados a la conocida obra referida a pie de página[1].

Hay que aclarar que las medidas de apoyo social que ha tomado en concreto en España, el gobierno, han resultado ineficaces por diversas razones, pero la más patética es el muro burocrático que muchos ciudadanos y empresas se han encontrado a la hora de tramitar estas ayudas. Un aparato de gestión pública no preparado para absorber la demanda desorbitada que tal vez, y sorprendentemente, no se esperaba el poder ejecutivo. Si la administración pública tarda seis meses en pagarte el famoso ERTE, no puedes decirle al estómago que se espere ese tiempo para comer; aunque si puedes hacer impago  de suministros y alquileres si, después, ciertamente se cumplen lo que a través de los medios de comunicación se decía a los ciudadanos.

En síntesis, quienes deseen denunciar las desigualdades e injusticias sociales que hagan el favor de examinar primero las propias vergüenzas, ya que lo que está aconteciendo como catástrofe humanitaria, y no solo ni principalmente por el covid19, en los países más pobres, es el bochorno compartido de los denominados países más desarrollados que, como he explicitado anteriormente, debe ser denominado homicidio,  porque la carencia estructural que padecen es fruto del expolio y del interés de los países ricos de desestabilizarlos políticamente de forma sistemática, para que su estatus de precariedad no vea nunca la luz de salida.  Aunque no creo que nadie se sienta directamente interpelado.

Los excluidos que viven a nuestro alrededor esperan algo de nosotros. No desviemos la vista a lugares que tan solo aumentan la impotencia y la pasividad del ciudadano que, a veces horrorizado, se cubre el rostro con horror.


[1] Adela Cortina, Aporofobia, el rechazo del pobre: un desafio para la democràcia. Paidós. 2017

Plural: 10 comentarios en “LA PANDEMIA: la perpetuación de los males endémicos.”

  1. «porque ya sabemos que el capitalismo tiene un coste, unos efectos secundarios y ellos son esos daños colaterales que poco importan.»

    Sí; y el socialismo, el comunismo y todos los sistemas conocidos, presentes o pasados, tienen un coste. Pero nunca la humanidad había recortado tanto los niveles de pobreza hasta justo después de la II Guerra Mundial, cuando «el mundo» derivó hacia el capitalismo.
    Honestamente, la teoría del espolio está bastante desfasada y no explica la actualidad. Y lo digo desde un punto de vista tremendamente crítica con el capitalismo. Pero espero que alguien concrete; que explique al menos la alternativa. He leído recientemente el libro Porque soy libertario de Javier Sábada, que me ha ayudado mucho a sintetizar mi postura crítica con el capitalismo, pero también a reforzar mi crítica a las sociedades occidentales en general y a la española en particular. No creo que aquí sea el lugar donde deba explayarme, porque es tu casa y yo opero como invitado. Simplemente decirte que creo que cabe ahondar más en el tema. Particularmente me ha parecido un artículo «cojo», sin que ello pueda ser considerado en ningún momento un ataque o desacreditación al mismo, porque un artículo «cojo» tuyo es un vergel intelectual para la mayoría de los que de vez en cuando juntamos dos pensamientos, los escribimos y publicamos. Como apunte a mi razonamiento señalo este párrafo: «Solo así se explica que sean en primer lugar los barrios de la periferia, en la que familias enteras viven hacinadas y sin los medios para mantener una higiene digna, sean los núcleos de rebrotes más importantes que pueden acabar extendiéndose», que a mi modo de ver da a entender lo que yo al menos no veo así. Niego categóricamente lo siguiente: «en la que familias enteras viven hacinadas y sin los medios para mantener una higiene digna».
    El artículo, eso sí, como siempre, me ha servido de mucha ayuda para enfrentarme a mis propias ideas. Rara es la vez que te leo que no saque unas cuantas notas que me sirvan para trabajar sobre ellas.

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    1. Gracias por tu comentario. Creo que estos espacios son para dialogar y eso intentamos, pero son limitados, no porque sea mi espacio si no porque podríamos llenar casi un libro intercambiando perspectivas y argumentando. Obviamente, todos los sistemas económicos tienen un coste, pero nos guste o no la imposición del sistema capitalista a nivel mundial es un hecho, y por supuesto en occidente. Gracias de nuevo por tu critica que siempre recibo de forma constructiva. Saludos

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      1. Creo que a diferencias de otros sistemas, el capitalismo más que una imposición es una consecuencia. Además, el «capitalismo», dicho así, a secas, no describe realmente la realidad de los hechos. En España tenemos un sistema de socialismo de amiguetes, porque en tanto en cuanto es el Estado quien lo controla todo de manera arbitraria obligándonos a todos a contribuir al aumento de su mastodóntico proyecto. Si de verdad existiese ese llamado capitalismo no tendríamos la obligatoriedad de contribuir a sufragar servicios llamados públicos, como educación o sanidad. Da para un debate sin fin, porque es ideológico y raras veces racional. Por eso, creo, que seguimos viviendo en la caverna, fantaseando con las sombras chinescas en vez de salir a comprobar cómo es la luz del sol, aún y a pesar que ya nos han dicho que es maravilloso y mejor que vivir en penumbra. Saludos.

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    1. La desigualdad es inherente a la condición de la vida. Eso no significa que se tenga que tomar en el sentido peyorativo o negativo del término. Además, la historia del ser humano es la historia de su hambre, porque el ser humano en términos absolutos ha sido pobre. Lo que hay que explicar es la riqueza y cómo se genera, y no la pobreza, que es nuestra condición natural. Lo anómalo es lo que necesita explicación. Ahora imaginemos un mundo donde todos fuésemos iguales y todos tuviéramos exactamente lo mismo. Creo que la distopía se explica sola.

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