Aforismos

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Revisión de un texto de 2017

Aphorismós, palabra griega que significa leer y que ha derivado en nuestro término Aforismo, se refería en su origen a las reglas escritas por el médico Hipócrates, en lo que se ha conocido como el juramento hipocrático, base de los códigos deontológicos actuales. Así, surgieron con el propósito de orientar la actitud y la conducta en la ciencia y, por el contexto, en las artes en general. Suponemos que como manifestación de lo que constituía un buen uso del conocimiento . 

En la actualidad, el uso y el propósito de la ciencia y la tecnología es un problema fundamental porque parece prevalecer la convicción implícita de que «si se puede debe hacerse». La cuestión no es menor ya que bajo ese supuesto de que impere el poderío que nos otorga el desarrollo científico-tecnológico, los principios hipocráticos se diluyen absolutamente y restamos arrastrados por la posibilidad de hacer y no por el criterio de pensar; reflexionar para qué y en qué debe utilizarse los avances científicos, con la prudencia de que no todo lo que nos creamos capaces de hacer, «debe ser hecho».

Retomando la cuestión inicial, lo cierto es que con los siglos el contenido de los aforismos se ha transformado hasta ser de lo más dispar. Lo atractivo de estas sentencias es que se han reelaborado como breves disparadores que invitan a la reflexión, a veces de manera provocativa e irónica, otras porque son formuladas dogmáticamente y provocan su cuestionamiento. Ahora bien, de eso, por lo que apuesto gratamente después de haber leído a grandes maestros del aforismos –Cioran, Hugo, Gracián, Nietzsche, Ludwig Josef Johann Wittgenstein, Gilbert Keith Chesterton, Borges,…- a pretender reducir los denominados twists a la nueva forma postmoderna-tecnológica de aforismo creo que hay un abismo que denuesta la calidad literaria de los que han cultivado esta forma de escritura, hábil, ágil, concisa y compleja.

En consecuencia, me congratulo que los aforismos sean esas sentencias críticas que, de forma sucinta, puedan despertar tempestades. Rechazando cualquier atisbo de asimilar esos escritos de 146 caracteres –o alguno más, poseen ciertos usuarios- a cualquier tipo, por defecto, de escrito literario.

Como muestra adjunto algunos aforismos, para que palpemos esa distancia abisal que separa lo literario del uso ordinario del lenguaje.

«Un libro tiene que hurgar en las heridas, incluso provocarlas. Un libro ha de ser un peligro»

«La vejez, en definitiva, no es otra cosa que el castigo por haber vivido»

«La esperanza es la forma normal del delirio»

«Mi carencia de ser. No se puede durar sin cimientos por mucho que yo me empeñe»

CIORAN, E.M.. DESGARRADURA, AUSTRAL 2014.

«El sentido de lo trágico aumenta y disminuye con la sensualidad»

«Los poetas carecen de pudor con respecto a sus vivencias: las explotan»

«Sin duda mentimos con la boca; pero con la jeta que ponemos al mentir continuamos diciendo la verdad»

«Hablar mucho de sí mismo es también un medio de ocultarse»

Nietzsche, F. Más allá del bien y del mal» Ediciones Orbis 1983

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