Quien acepta los propios límites, observando desvanecerse cuanto le hubiera sido posible en otros tiempos y ya no le corresponderá, aprende a ser en lo fundamental de su propia identidad. Desprendiéndose de ropajes, que nada decían, en realidad, sobre él mismo.
Hay que conocer nuestros límites… y defectos
Así se sacará más partido a lo que llevamos dentro
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