LA SENTENCIA,…

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Cuando el ejercicio de la política constituye el problema, y no la solución, es que algo esencial se ha resquebrajado en las idealizadas democracias liberales.

Primero, porque no pueden ser plenamente liberales –las democracias- sin ser injustas social y económicamente, por eso de hecho en muchos países la intervención del Estado es evidente.

Segundo, porque el sistema de representación parlamentaria es un fiasco. Ni representan a la mayoría, que sería lo suyo, ni su objetivo es el interés general, que no es más que la excusa que los legitima, mientras vemos plenos de muchos parlamentos vacíos, diputados presentes y ausentes ocupados en otros menesteres y unos debates que no son ningún diálogo que  busque consensos, tras un análisis de las ventajas e inconvenientes de determinadas políticas.

En la mayoría de las ocasiones todo está previamente pactado y los discursos de los políticos se orientan a la confrontación y menosprecio del “contrario” sin importar, en realidad, la cuestión objeto de debate.  Además, la concepción subyacente de que el otro partido político es el “enemigo” niega cualquier posibilidad de acuerdo y por supuesto la convicción básica de que los x diputados están allí para gobernar conjuntamente, no para competir, defenestrarse y convertir esta práctica en un éxito político.

Esta debilitación o proceso de putrefacción de  lo político ha allanado el camino al poder económico que estimula, financia y presiona a los políticos en esta práctica que desnaturaliza la política y la hace inservible.

Por ello quien, de facto, gobierna es ese poder económico que no es ningún ente abstracto, sino que está materializado en las grandes multinacionales, los grupos minoritarios más acaudalados del planeta, los bancos y tras ellos todos los organismos internacionales que operan como marionetas al servicio de los anteriores y que imponen determinadas políticas económicas que benefician el enriquecimiento de los que ya ven desbordarse el dinero por todos los lados.

¿Adónde nos lleva todo esto? A una conclusión que puede parecer un acto de acrobacia: las naciones que reclaman su independencia serán atendidas en sus demandas no por lo que la mayoría de los ciudadanos reclamen, sino según las consecuencias económicas para las élites dominantes, no solo en esa nación, sino a nivel internacional, ya que la globalización económica, que muchos han defendido, tiene también sus contrapartidas.

Y en relación directa hoy, catorce de octubre, muchos catalanes estamos sufriendo: unos por la sentencia que hará pública el Tribunal Supremo a los líderes independentistas –que huelga recordar ahora los motivos del encarcelamiento y proceso judicial- otros, por las consecuencias que acarreará dicha sentencia y la convulsión social que puede generar y la falta de un gobierno que se ocupe de los problemas más urgentes y humanos de los ciudadanos. Porque, como bien sabemos, llevamos años sin gobierno en España y muchos más sin gobierno en Catalunya que no se halle enconado en la cuestión nacionalista.

Mientras la sanidad pública cada vez aumenta más las listas de espera –casi dos años para una resonancia del túnel carpiano- las escuelas se ven privadas de recursos para atender a la diversidad en auge por la inmigración, las prestaciones por la ley de dependencia y el tiempo de gestión, considerando la edad de algunos de los usuarios, parece una broma de mal gusto, la relación entre sueldos y coste de la vida se parece a una distopía,…y podríamos seguir listando situaciones que confirman que la política es un fracaso absoluto en las democracias y que presuponemos que es el mercado negro el que evita un alzamiento en masa de la mayoría de ciudadanos que a duras penas llegan a final de mes.

Seguiremos esperando la sentencia, una explícita y concreta referente a los supuestos delitos cometidos por los independentistas. La otra, aquella que carece de forma jurídica pero que se ha  volcado contra los ciudadanos hace ya muchos años, y de la que pocos se ocupan con seriedad y rigor.

Unos van a ser sentenciados, pero otros llevan sentenciados silenciosamente sin que nadie se manifieste o bloquee carreteras por ellos. Esto es una democracia capitalista.

Plural: 6 comentarios en “LA SENTENCIA,…”

  1. «La diferencia entre una democracia y una dictadura es que en la primera te dejan votar para después pasar de igual forma a obedecer órdenes impuestas».
    Aparte de una democracia capitalista, la de este país, yo la considero una democracia dictatorial. Nunca ha existido democracia realmente. Todo una farsa.

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  2. Pues no. Mi conocimiento de lasituación de Perú es escasa,por desgracia no nos da eltiempo para conocer todo lo que nos convendría. Pero supongo que en el fondo los problemas cruciales son muy similares en todos los sitios, por eso entiendo que las personas de cualquier pais deberíanunirse para luchar contra lo que esnuclear y eso, por lo que dices,no creo que difiera tanto de un lugar a otro: vida digna,con trabajo,vivienda, educación y tiempo de ocio que todos necesitamos,….gracias!!!!

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