Tus verdaderos educadores y maestros te harán saber cuál es la razón y la materia primigenia de tu ser, aquello que en absoluto se puede enseñar o inculcar, algo que difícilmente se alcanza, algo que yace aplastado e inmóvil dentro de ti. Tus educadores no pueden ser sino tus liberadores. Y éste es el secreto de toda educación. La verdadera educación remueve las malezas, los escombros, la enfermedad que ataca los brotes tiernos de las plantas, es derramamiento de luz y de calor, suave lluvia al anochecer, imitación y adoración de la naturaleza en sus sentimientos maternales y misericordiosos; es sublimar a ésta, cuando la cultura cubre con un velo sus arrebatos de crueldad e indiferencia.
F.Nietzsche, Schopenhauer, como educador.
En un post publicado en septiembre de 2016 me hice eco, sin más porque consideré que hablaba por sí mismo, de este fragmento de Nietzsche en relación a la figura de Schopenhauer como educador.
Resalta el elemento crucial de la relación educativa –al margen de la materia que se imparta- que es situar al alumno frente al espejo para dilucidar, precisamente, qué hay de reflejo distorsionador y qué de auténtico.
Recupero este texto como punto de partida a raíz de un par de artículos rescatados por Abel Ros en su blog “El Rincón de la Crítica”, en los que defiende cambios en el sistema educativo –creo que coincidiendo con el espíritu de mi artículo- proponiendo, por ejemplo, una asignatura de “Educación para la Crítica”.
A mi entender, el primer requisito para conseguir la salubridad del sistema educativo es modificar la formación del profesorado. Los cambios que se han introducido me parecen parches de retórica que facilitan directrices inviolables a los futuros profesores que son altamente cuestionables. Por ejemplo, recuerdo a una aspirante a profesora que realizaba las prácticas del master en la escuela y había interiorizado, casi como sacrílego, el mandato de no expulsar a un alumno fuera de la clase. El caso puede parecer anecdótico pero tiene su enjundia, porque menoscaba los recursos que un profesor tiene para mantener una autoridad -¡qué por favor dejemos ya de confundir con autoritarismo!- sin la que no se dan las condiciones de partida necesarias para un proceso de aprendizaje. Que nadie deduzca de lo dicho que estoy afirmando que la autoridad se gana con castigos ¡para nada! Pero la realidad del aula es que los alumnos que no son, en general, esos angelitos rousseaunianos tensan la cuerda desde el primer día de clase con cada docente para ver hasta dónde pueden llegar. Eso creo que no se explica en el Master.
Esta actitud presente sobre todo en pre-adolescentes y adolescentes es normal dentro de su proceso de desarrollo, ya que en esa búsqueda de sí mismos palpan los límites de lo otro. Ese otro en el aula es el profesor, por lo que los primeros contactos con un grupo de alumnos marcan las reglas del juego y asientan las bases de la autoridad del profesor para que este pueda posteriormente, precisamente por ese ascendente moral que adquiere al tratar equitativamente a todos, generar unos vínculos de confianza y de cordialidad con los alumnos que les sirvan a estos de estímulo positivo, en cuanto los mensajes proferidos por el docente adquieren consistencia y respeto en ellos.
Y aquí entran en juego las palabras de Nietzsche: “Tus educadores no pueden ser sino tus liberadores”. El profesor carismático es aquel por cuya autoridad se halla en las condiciones óptimas de estimular reiterativamente esa actitud crítica –analítica y el máximo de objetiva- que derivará en una liberación del alumno como persona para que pueda preservar su auténtico ser en una sociedad que intentará sibilina y sutilmente someterlo.
Por ello la selección de los aspirantes a profesor debetenerse en alta consideración la vocación –una palabra denostada por ignorancia- y capacidad de liderazgo. Sin estos atributos difícilmente se ganarán esa autoridad moral de sus alumnos, por su actitud coherente entre lo que dice y lo que hace, y su saber profundo que le permite mostrar la materia, que sea, incrustada en la realidad, es decir “útil” aunque no en un sentido pragmático, sino de beneficio indudable para su desarrollo intelectual y personal.
Para acabar solo sugiero que realicemos un ejercicio simple: identifiquemos qué cualidades poseían aquellos profesores que dejaron una huella imborrable en nosotros. Ese rastro que nos ha servido de referente no provino de docentes insustanciales o manipulables, sino de personas cuya vocación educativa y su anhelo de aprender sirvieron como modelo a sus pupilos, que éramos nosotros. El sistema necesita profesorado con estas aptitudes, porque entonces si el primero está razonablemente pensado y orientado al crecimiento intelectual y personal de los alumnos, las cosas mejorarán. Eso sí, con esfuerzo y dedicación por parte también de los alumnos porque nada en la vida se consigue sin tesón, excepto en contadas excepciones que no vienen al caso.
Esto es una reflexión que pretende servir de sugerencia, aunque sé que inútil porque no se ajusta a lo políticamente correcto, que emana de años de experiencia y de reflexión sobre el tema, que me han llevado a la convicción de que de esta forma es posible extraer, como asegura Nietzsche, mediante los “verdaderos educadores y maestros te harán saber cuál es la razón y la materia primigenia de tu ser, aquello que en absoluto se puede enseñar o inculcar, algo que difícilmente se alcanza, algo que yace aplastado e inmóvil dentro de ti”
AQUELLOS QUE TENGÁIS INTERÉS EN VERUN DESARROLLO MÁS AMPLIO DE ESTA PERSPECTIVA, PODÉIS ACUDIR A UN BREVE ENSAYO DEL QUE OS ADJUNTO EL ENLACE, O BIEN AL LIBRO «HUÉRFANOS DE SOFÍA» CAP. II. EDITORIAL FÓRCOLA.MADRID,2015. Sobre este último hay información en el blog.
https://filosofiadelreconocimiento.com/2017/11/16/el-principe-destronado-el-liderazgo-del-profesor/
De acuerdo, pero tampoco sería mala idea aumentar los horizontes del educando.
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No. Para nada queda excluido. Consulta el pdf. Graciasss
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Ana buenísima reflexión, he disfrutado leyéndote. Actualmente, tras haber terminado la carrera de antropología social y cultural con bastante éxito pero muy desencantado con la pomposa fachada barroca del mundo académico, he descartado el mundo de la investigación y he optado por el camino de la docencia, que siempre lo he tenido ahí rondando en mi cabecita loca… Total, que me estoy preparando las oposiciones para profesor de secundaria y quería que supieras que me has removido las entrañas. Ignoro si eres profesora, pero de ser así lo celebro. No me perderé el link, y si tienes más cosas escritas sobre educación me gustaría leerlas también, porque pienso que pensamos muy similar, pero sé de sobra que tu le habrás puesto ya palabras a aquello que yo pienso que pensamos mejor de lo que pienso.
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Hola. Celebro que optes por la educación. Hesido profesore de bachillerato,porque imparía fulosofía, durante 23 años, y tutora. Así que mi reflexión va avalada por años de aprender cada día con los alumnos. No tengo escrito sobre educación más quelas dos referencias que aparecen enel artículo, ese pequeño ensayo que publiqué gratuitamente en Bubok, hace años era así en esta editorial digital y el capitulo dellibro «Huérfanos de Sofía» que creo son 15 páginas porque fue una publicación de profesores de universidad y alguno de secundaria en defensa de la Fiosofía.
Gracias por tu entusiasmo y deseo que tu vida como rpofesor sea estimulante y satisfactoria para ti y tus alumnos!!!No te llamo porelnombre porque el Nik no mepermite identificarlo….Gracias y un saludo!!!
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Buenas tardes, Ana,
Pues sí, es un artículo interesante y de un ámbito que conozco, perdón por si parece inmodestia, muy bien.
No estoy en condiciones de realizar un comentario a la altura del artículo, así que me quedo con un solo aspecto, pero imprescindible: creo que Vd, está entre quienes yo llamo educadoras vocacionales.
¡Amanece, que no es poco!
Saludos
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Gracias!!!!!
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