Sobre la Mentira

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La mentira puede ser abordada desde diferentes perspectivas, una lógico-formal que la haría equivalente a la falsedad y, por tanto, al presupuesto de la verdad lógica —lo que hizo Kant según lecturas de corte hermenéutico— y, al menos, otra que sería desde una posición ética —aunque cabe mencionar que el abordaje kantiano es, de hecho, ético, aunque su fundamentación sea lógico-formal— como la imposibilidad de sostener los vínculos, aunque por el contrario sí la relaciones sociales.

Me interesa ahondar en la última aseveración que puede despertar como mínimo la sorpresa. Establezco una diferencia cualitativa, no de grado, entre un vínculo y una relación social cualesquiera. Los vínculos comprometen emocionalmente a un individuo con otro, en el sentido de que de forma explícita, o no, esperamos del otro fidelidad y honradez, a parte por supuesto de otras cuestiones que dependerían ya de la naturaleza del vínculo. En todos está presente la vivencia del amor recíproco en sus distintas expresiones y de ahí que la honestidad sea una condición necesaria para el sostén del vínculo. Algunos se establecen por el contexto en el que nacemos, como serían los vínculos familiares, otros a través de la escuela, núcleos informales de las relaciones parentales, y conforme se va creciendo por elección o no. Este último caso es de especial importancia, ya que poseer una capacidad básica para la libertad de decisión y elección de con quién debo establecer un vínculo, por ser saludable, y con quien no, marca el desarrollo personal, a veces en demasía. Es, al fin y al cabo, una decisión ético-moral aunque no quepa entrar aquí en pormenores.

Pero para lo que aquí nos ocupa, diríamos que el vínculo corresponsabiliza a los individuos en su mantenimiento, siempre y cuando no quepa ni la mentira, ni la deslealtad. La mentira horada la confianza, deja en suspense la veracidad no solo de lo que el otro dice sino de la naturaleza o intención última de los actos, que aparentan ser espontáneos del amor que se presupone fluye en el lazo emocional. Obviamente, cuando se desvela una falsedad la afectación de cada individuo es variable en intensidad y, por ende, la degradación del vínculo. Aunque, como la mentira implica la voluntad de ocultamiento de algún hecho, acto o dicho en mayor o menor grado la calidad de la relación resta rasgada. No puede haber mentira si no hay voluntad, en tal caso hablaríamos de error, ignorancia, …aquí lo que degrada la confianza es la certeza de la voluntad con la que el otro ha falseado lo que sea. La pregunta que emerge como un surtidor es ¿por qué? ¿qué oculta más allá de lo falseado? También cabe clarificar que estamos indagando sobre la cuestión de manera genérica y que la casuística empírica es siempre más compleja; así que aun teniéndola en cuanta, el interés de esta reflexión es explicitar el aspecto que subyace como fundamento de cualquier vínculo y sin el cual este no sería posible: la no falsedad voluntaria: honradez y lealtad. Rehúyo el uso del término verdad porque entiendo que su enclave aquí confunde más que clarifica, ya que ¿Cuál es la verdad? ¿La profunda verdad en toda su amplitud que declaramos al explicar un hecho? La cual, por supuesto, nunca queda contenida en ese hecho y solo contribuye a transmitir algo sucedido, pero no propiamente la verdad, que a menudo hasta se nos escapa. Por esta razón, opto por utilizar la expresión de no falsear voluntariamente, como sustitutivo de la supuesta verdad.

Por el contrario, aventurábamos que la mentira sí puede ser contenida y soportada en lo que denominamos relaciones sociales. Estas son interacciones entre individuos, imprescindibles para el aparato social, pero que cumplen una función no emocional y subjetiva, sino funcional y operativa. Contamos con una variada cantidad de relaciones sociales por vecindario, barrio, trabajo, y otros aferes que se basan en contribuir al funcionamiento de la institución que nos incluye. Institución entendida como la formalización normativa de una serie de conductas con el propósito de cumplir el fin de la misma institución. El individuo se beneficia de la institución —o no, a veces solo son formas sociales de control que garantizan el mantenimiento del orden dentro de un sistema— y la sociedad del entramado institucional como medios disciplinarios, sutiles y poco evidentes ante mentes acríticas que viven acomodadas al cumplimiento normativo para eludir conflictos.

Ahora bien, en cuanto la base no es la afectividad sino la relación medios-fin, las instituciones se sustentan en este binomio, y pueden contener en su seno la hipocresía, la falsedad en las interacciones, sin que el buen funcionamiento se vea afectado. En este sentido, desearía explicitar que una cuestión es el relato oficial que sustenta la legitimidad y contribución al bien de los individuos que sostiene la institución, y otra, a menudo, bien distinto el auténtico entramado que dinamiza la vida institucional y sus propósitos velados—y aquí profundizar sobre la hipocresía sería conveniente, aunque excesivo—. Quizás, una actitud pragmática ante tal obviedad sea mantenerse bajo ese artificio social mientras nos reporte algún bien, y contribuir a su desaparición o bien modificación cuando las necesidades emergentes reclamen otro tipo de formalización institucional.

Análisis de gran calado de lo que constituye la dinámica político-sociocultural existen diversos. En este artículo no hemos hecho referencia explícita a ninguno, pero lecturas como Max Weber, Levi-Strauss, Foucault, Marx, Nietzsche, Freud, Lacan, incluso entiendo que Jung…son de un provecho y clarividencia inconmensurables. Si algún lector estuviese explícitamente interesado, podría sugerir lecturas que considero relevantes al respecto.

Como síntesis de esta reflexión de naturaleza introductoria y somera —como no puede ser de otra manera en un blog— diría que la mentira constituye la imposibilidad de vínculos que contribuyen al desarrollo saludable del individuo, mientras que esta -la mentira- se halla en la base de las instituciones sociales como meras estrategias de ordenación y control social.

Aquí lo relevante es discernir si una relación social constituye un vínculo, o bien una interacción sujeta exclusivamente al interés propio del individuo. A veces, por informal que parezca el contexto en el que surge la relación, la distinción no es tan obvia.

Plural: 5 comentarios en “Sobre la Mentira”

  1. Hola! Pues si que me interesarían esas lecturas recomendadas de las que hablas! He leido algo de la mayoría de los autores que mencionas pero en este momento me gustaría profundizar más, solo que a veces me bloqueo por el «por donde seguir/empezar», así que aprovecho tu oferta 🙂

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    1. Buenos días, anoche cuando leí el mensaje ya estaba «caducada». A ver mis recomendaciones pretenden ser factibles, así que a Weber lo vamos a aparcar porque su obra fundamental es un tocho carísimo «Econocmía y Sociedad». Así pudes empezar por el mismo Lipovestky con «La era del vacío» o «El imperio de lo efímero», el último «La sociedad de la decepción» es una larga entrevista que no he leído pero estoy segura de que para situarte incluso podría sintetizar los pensamientos de este autor, porque es ya una obra evolucionada. De Lyotard «La condición postmoderna» y «Econocmía Libidinal» . De Vattimo «Adiós a la Verdad» y «La sociedad transparente», de Nietzsche «La genealogía de la moral» básico para entender su crítica a la cultura occidental…y después uno muy breve «Sobre verdad y mentira en sentido extramoral» de Freud » sin duda para el tema que nos ocupa «El malestar en la cultural» , Marx son palabras mayores porque sin la lectura del tomo I del capital todo puede malinterpretarse, Para adentarte en Lacan y Jung deberías estar familiarizado con la terminología psicoanalítica de Freud, no es un recorrido fácil. Quizás, creo que el más accesible sea «Los arquetipos y el incosciente» de Jung. Después, aunque Foucault tampoco es de lectura ligera te diría «Vigilar y castigar»…..de este panorama mi sugerencia es que empieces por Lipovestky y Lyotar, Vattimo en «la sociedad transparente» también es más asequible….y después entres en Nietzsche y el que te he mencionado de Freud….a partir de hay tienes alas para volar…..por cierto a Byung-Yun-Han, no que plagia descaradamente….jajajajajaja

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      1. Muchas gracias por la extensa respuesta! Pues yo creo que empecé al revés porque de ese itinerario he leido Vigilar y castigar, genealogía de la moral y el malestar en la cultura. Supongo también que desde una perspectiva no académica son los autores más conocidos y/o llamativos. Los demás me los apunto todos aunque empezaré según facilidad de acceso supongo!
        Pues curiosamente de Byung-Yun-Han me compré un libro hace poco aunque todavía no lo empecé jajaj (Topología de la Violencia)

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