El dolor como condición de lo humano.

Un comentario

No hay existencia sin dolor, a pesar de esto, esperamos que haya vida, es decir una existencia que el sujeto conciba en algún grado plena. La dificultad de lidiar con este dolor, inherente al existir, ha sido objeto de reflexión de una diversidad de filósofos a lo largo de la historia. Curiosamente, hay en casi todos ellos el mismo planteamiento ¿cómo equilibrar el dolor y el placer para que la existencia sea soportable?

Tras este planteamiento subyace una perspectiva que concibe lo humano como un animal sometido en gran parte a la Naturaleza. Sin negar esta premisa, cabría entender que siendo el dolor y el placer corporalidad, es decir, lo que podríamos denominar, a efectos explicativos, psique y cuerpo, la complejidad del dolor en los humanos no es reductible a la de otras especies; precisamente por aquello que, a día de hoy, entendemos como diferenciador sustancial de lo humano en comparación con otras especies: el desarrollo del cerebro y nuestra propia dificultad para entender, en gran medida, aún su funcionamiento.

El dolor humano está anclado en su corporalidad, en una unidad cuyo órgano director entraña muchos interrogantes. Sabemos que las experiencias, aquello que afecta del mundo exterior a nuestro cerebro son incorporadas por este, produciéndose un entramado único entre lo externo y la apropiación subjetiva de ello. Así, el individuo siente una resonancia psíquica y corporal -la corporalidad que constituimos- propias, que condicionan las futuras formas de metabolizar los influjos externos.

Parece ser que cada uno incorpora lo externo de forma única, aunque sea universal la necesidad derivada de la capacidad simbólica de dar un sentido, o al menos buscarlo, a cada experiencia; y no nos satisface significados estanco, sino que necesitamos establecer una coherencia entre el conglomerado de experiencias para poder establecer algún sentido común a cuanto experimentamos.

Así, sería una simplificación falaz el hecho de situar la existencia humana desde su estricta animalidad, y, por ende, una tensión constante entre placer y displacer. Esta perspectiva puede servir de base, pero por fortuna o desgracia, los humanos somos más complejos, raros, y dar cuenta, incluso del dolor mismo en nosotros exige una comprensión más elaborada que en el resto de las especies. Al respecto, destacamos como relevantes las aportaciones de Schopenhauer, Mainländer, Nietzsche y Cioran. Excavando en las profundidades de su pensamiento hallamos planteamientos a tener muy en cuenta. En eso estamos.[1]


[1] No por ello menospreciamos la herencia griega, helenística, romana y medieval que se ve reflejada en algunos de estos autores.

Singular: 1 comentario en “El dolor como condición de lo humano.”

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s