Si no te doy una señal, es que carezco de ella; y no de esa turbulencia emocional que es como una masa de textura uniforme pero indiferenciada y continuamente estirajándose. No dispongo de la capacidad de distinguir y nombrar, dando identidad y sentido a esa textura uniforme que atempere la tormenta y sucumba ante la claridad.
Si no hay señal no hay falta de voluntad, o resquemor o desdén, sino ignorancia e incapacidad.
