Si usamos el término necesario es su sentido estricto, la indagación referida es contingente. Ahora bien, si invertimos la pregunta inicial podríamos afirmar que, para el humano se hace necesaria esta investigación ya que constatada de manera inmediata la presencia de dolor y el sufrimiento, de manera más evidente que su contrario, nos urge entender
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El humano es un ser extraño para sí mismo. Habiendo adquirido la conciencia de existir, de estar como cuerpo en un mundo determinado, no reconoce el sentido, el porqué, ni el para qué de una existencia que se desliza a trompicones, con baches y gestos para lidiar con los más perniciosos. Posee la capacidad de
No hay existencia sin dolor, a pesar de esto, esperamos que haya vida, es decir una existencia que el sujeto conciba en algún grado plena. La dificultad de lidiar con este dolor, inherente al existir, ha sido objeto de reflexión de una diversidad de filósofos a lo largo de la historia. Curiosamente, hay en casi
Qué desidia y tristeza honda resuena, sin pretenderlo, en el interior de una mente ya cansada. Extenuada de reflotar siempre para no habitar lo abisal, a lo largo de un tiempo que se antoja eterno, aunque el consuelo y el pavor simultáneos son que lo temporal es, para lo humano, siempre principio y fin. Como
Hay edades que se hallan inmersas en la incertidumbre de un final precipitado. Siendo realistas, nuestra contingencia nos puede azotar con la guadaña en el instante menos esperado, aunque las estadísticas parecen corroborar – ¡bendita ciencia del número que todo lo clarifica! – que hay tiempos más proclives para las despedidas. Esos tiempos poseen un
En un arrabal anexo resguardo discretamente la pena, inhumada como si hubiese fenecido a base de ignorarla. Y nadie piense que se apoderó de mí la vergüenza o el pavor de traslucir debilidad ante los fisgoneos ajenos. No, es mi propio temor por sentirme poseída y embadurnada de brea líquida; esa que ennegrece el alma
Si alzamos la mirada al pasado que reposa en nuestra memoria, llegados a una cierta edad, no podemos evitar hacer una ponderación de lo que ha sido nuestra existencia. Esto lo afirmo contra aseveraciones del tipo el pasado ya no está, o el futuro no existe, en consecuencia, solo tenemos el presente. Quiero recalcar que
Tengo palabras, o siento que se han atorado en mi mente, y no se hilvanan, porque están huecas; son términos carentes de significado que no pueden representar ese tumulto interior confuso, porque hay demasiado sentir entremezclado junto a una impotencia de distinción. Cierto es que el lenguaje nos ayuda a discernir el qué de cada
El dolor es consustancial a la vida, lo cual no es óbice para que deseemos otra vida. Al contrario, precisamente porque hemos adquirido esa trágica conciencia de la relación necesaria entre vida y dolor, estamos legitimados a querer una existencia bien diferente. Sobre todo, desde el momento en el que no podemos afirmar lo mismo
REVISIÓN DE UN TEXTO DE MARZO DE 2017 Que un dolor no pueda ser re-conocido por nadie más que por quien lo padece, que a quien sufre se le diga que no es re-conocible su dolor, le condena al pozo de la soledad más cruda, al silencio impuesto por la incomprensión. Ya, en esa guarida