Siento un cosquilleo cuyo surco desemboca en mis labios arqueando una sonrisa que ilumina mi rostro, y ahí resto encandilada. Mas, al apercibirme de que ese hormigueo no es sino tu cauta, silente y discreta retirada se desorienta mi mente, confusa y turbada hasta que aprehendo que el roce de tus dedos me advierte de
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Estos días, releyendo «El mundo como voluntad y representación» y «Los dos problemas fundamentales de la ética» de Schopenhauer, me he encontrado, casualmente, con un escrito de hace más de un año que ahonda en una de las cuestiones en las que estoy profundizando para mi proyecto. El escrito lo reproduzco tal cual , y
Un brevísimo amago de huida que desvela el cansancio ante presiones mixtas: externas e internas. Tentación irreflexiva, alertándonos de un asunto relevante diferido reiteradamente por su naturaleza turbadora. Un punto de inflexión en el que acotamos el desasosiego, lo desmenuzamos, analizamos y le otorgamos entidad, definida y limitada. Así posteriormente, despojándonos de toda arrogancia, redirigimos
¿Quién no ha deseado alguna vez dormirse y restar, entrelazando miembros como hiedras, haciendo el amor con Morfeo? Lo onírico es ese ámbito en el cual, si nos aliamos con los dioses benévolos, podemos sentir que vivimos otra vida, esa anhelada, esa que se nos ha negado. ¿Aferrarnos al sueño es una huida, un gesto
Ayer, con motivo del día internacional de la mujer, se ensalzó el coraje de las mujeres ucranianas por se las protagonistas del éxodo de civiles huyendo de la guerra —una vez más en Europa, y una constante de largos años para personas de otros lugares del mundo—. El elogio mencionado me quebró las entrañas, quizás
Schopenhauer, Pintura por Rudolf Rox | Artmajeurartmajeur.com Lo fundamental, lo importante, son los acontecimientos en la vida de todos los hombres, pero ante todo esos mismos hombres, las “figuras engañosas y sombras fugaces” que aparecen en escena. El mecanismo por el cual es llevado todo a efecto es el destino, el Fatum, con su instrumento,
A través de la cristalera límpida, oteo un empíreo grisáceo que me susurra: soy cielo, pero no paraíso. Y no hay alteración en mí ya que, arraigada a la ciénaga existencial, no percibo edén alguno. El cuadro que aparece contundente se aviene a la convicción de años, lustros y jornadas de indagación que han construido
Oír cómo se quiebra el acero de las cadenas que nos maniatan las manos, los pies y, con ellos, la voluntad, que anhela sin satisfacción posible, es como un éxtasis; pero este arrobamiento puede confundirnos, porque tras la desaforada lucha por la liberación de las lianas materiales, las emociones pueden ser un exceso falaz. Deshacerse
Una vez vencidos, rendidos a la fuerza del acontecer, no nos restará más que padecer, ser pacientes; Unos dirán que nos hemos elevado al rango de mártires, otros que nuestras deficiencias eran mayores que nuestras suficiencias, y algún otro que la arrogancia desajustó el cálculo de nuestra potencia. Y, como agentes pasivos sobre los que
Despunta el daño insistentemente infringido que la mente se ocasiona a sí misma. Una práctica interiorizada rebosante de culpa por un delito sin identificar. Ese océano de posibles motivos desborda cualquier posibilidad de redención, porque cuando se desconoce en qué se ha errado maliciosamente –sino ¿qué justifica la culpa?- se vaga a perpetuidad en el