Etiqueta: Silencio
Solo en el silencio, se percibe lo nítidamente relevante porque, lo que no puede ser eludido, resta bajo formas de permanencia insospechadas.
El silencio es el decir más oportuno, cuando o lo que se va proferir carece de interés o cuando lo que quisieras expandir, como una brocha salpicando con ahínco todo lo que a su paso se halla en blanco, no conviene ser dicho. Así que hoy, conteniendo mis pulsiones con una voluntad férrea, mantendré un
Si en el silencio cavernoso nos sobrecoge la guadaña y, extenuados de no oír a nadie más allá de los límites de nuestro yo, la hospedamos con un júbilo agrio, ¿será porque andábamos rebuscando el amparo de alguien compasivo que pudiera liberarnos? No todos podemos sostener un silencio prolongado que percibimos como un ninguneo que
En el silencio parece percibirse el estatismo perenne, como si cuanto hay fuese a restar igual. Una se siente engullida por esa quietud, cual infinito y monótono existir sin aliciente. Mas, tan solo es apariencia poseída de contundencia, que nos induce a dudar de si arribará un instante distinto, un punto de inflexión en el
Ante tanta calamidad, se ha desatado en mi mente una batalla entre ideas diversas que pujan por imponerse. Pero lo cierto es que yo, que me distancio y la objetivo, no me decanto por dar prioridad a ninguna. ¿Indecisión? ¿Pusilanimidad? Tal vez, pero habituada a la búsqueda continua no me conformo con estas posibles cualidades
Mientras se desplaza suave y sigilosamente un oceánico silencio, yacemos sujetos a la exposición de lo siempre cautelosamente negado, por pudor, por inconsciencia o cobardía; sean cuales sean las causes de esta ausencia de lo genuino y propio -aunque quizás no apropiado- de esta mengua anuladora, necesitamos remojarnos en las aguas infinitas de ese mar
Hay silencios que se desbordan de tristeza porque irradian una vacuidad que desemboca en la soledad más siniestra. Aunque pudiéramos creer que de la nada no puede brotar un sentimiento de melancolía honda, tal vez, sea ese no sentir que algo en el interior nos pertenece la causa más recurrente de los que se sienten
Solo en el silencio murmuran los quejumbrosos gemidos de la orfandad de sentido. Acaso, sea el ruido la fuga más común de los que carecen incluso de conciencia del trágico desatino de existir. Neutralizando el estruendo aumentamos el riesgo de renunciar a ser, por ello entronizamos un sistema raudo, ligero y antídoto de cualquier atisbo
Si decimos, y es, en vano, tal vez economizar el lenguaje sería la estrategia pertinente. Porque la tonadilla cansina produce inmunidad ajena y propio desencanto. Wittgenstein recomienda: “Sobre lo que no se puede hablar, hay que callar”, y es que la locuacidad que brota del deseo de proteger no es más que un proferir palabras