Tras unos cuantos años leyendo, pensando, sintiendo y escribiendo padezco lo que denominaría “el síndrome del sofista”. Este consistiría en el hartazgo de la palabrería, casi retórica, sobre todo cuanto ha sido objeto de mi inquietud, y respecto de lo cual, mastico con dificultad para poder digerir su disolución en el fluir de lo que
Autor: Ana de Lacalle
¿Recuerdas cómo era la vida antes de Internet?
En el vasto mundo de las fábulas y las historias que han perdurado a través del tiempo, existe una que destaca por su sencillez y profunda enseñanza: la fábula de «La liebre y la tortuga» de Esopo. En esta narración cautivadora, somos testigos de una competencia improbable entre dos animales tan diferentes como la noche
Todo se muestra raro, irreconocible. Nada parece ocupar su lugar, ese que le pertenece y sin el cual no sería lo que es. El lugar no es un locus físico, sino el enlace en la red de relaciones sociales que, aun siendo mutable y cambiante, constituye un aspecto de lo que cada cosa es. Nos
por Ana de Lacalle en 27 noviembre, 2018 -aforismo publicado anteriormente- Privados de recursos mentales que simbolicen un propósito vital, solo nos resta el exiguo aliento de rebuscar entre lo sobrio y cotidiano algún “para qué”, suficientemente fascinante como para sustentar la ausencia de metarelatos creíbles.
Podría hablar de la jornada electoral que nos espera, sin embargo, solo de pensarlo me quedo abatida por el aburrimiento. Dicen algunos filósofos que el aburrimiento es un estado difícil de combatir y que en esta lid está en juego el sentido mismo de la existencia. Ahora bien, si el tedio no se origina en
-Érase una vez una niña pobre, tan hermosa como buena, que vivía con su malvada madrastra en una casa del bosque. —¿Del bosque? El bosque está anticuado. Vaya, todo ese entorno rural ya empieza a cansarme. No es un buen reflejo de la sociedad de hoy. ¿Por qué no la trasladamos a un entorno urbano,
Regreso al silencio oscuro de la noche en el que me afano por alumbrar progresivamente esa guarida íntima. Nada más que mis dedos artríticos, el teclado y yo. De fondo una sonoridad sorda que no es más que el eco interior. Instante tras instante, resintiendo, recuperando vivencias para aprehender ese secreto mío, que ni yo
Nacemos para morir, y entre estos dos tiempos existimos. Aquello que nos depara la existencia no depende únicamente de nosotros; sin embargo, sí podemos aprender qué hacer con ello, de tal forma que sea lo menos dañino, malo, y lo más beneficioso, bueno. Obviamente, este aprendizaje no es otra cosa que la experiencia, es decir,
Una manifestación de dolor interno recurrente en los humanos son el arrepentimiento y el remordimiento. Aunque pueda parecer que entre uno y otro la diferencia es una sutileza, no hay nada más errado. Si recurrimos a dos filósofos distantes en el tiempo, próximos sin embargo en su reflexión al respecto, como son Schopenhauer y Sánchez