Agazapada la mirada en el horizonte entre el cielo nuboso y el plomizo mar, diríase que toda ella, sin excepción posible, logra disiparse en el infinito, como si se hubiera reducido a su propio mirar. Tal experiencia de fusión casi simbiótica la proyecta en el espacio como un gas nebuloso o el rastro de un cometa que fue y ya no será. Ha conseguido la huida mágica e infalible de quien quiere ser soplido como el viento sin dejar memoria, ni nostalgia, ni sufrir a nadie. Resuelta en vapores.
Evaporada
Etiquetas: Existencia
Publicado por Ana de Lacalle
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