Del desencanto a la mediocridad

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En esta sociedad, perturbada hasta el fundamento de su estructura, toda posible actividad está teñida por ese pathos de raíz. Así los ciudadanos noveles que vierten su entusiasmo y su ilusión en ejercer una función social (periodistas, médicos, profesores,…) con un halo novedoso y ético en su intención y acción, van decayendo progresivamente en ánimo y espíritu al comprobar que la realidad impone sus criterios. La praxis no puede ser nunca inmaculada, porque toda aproximación al acto la desvirtúa cuando su posibilidad exige cierto pacto con “el diablo”.

Podríamos decir que no hablamos más que del proceso de maduración del individuo. Mas, me temo que no. Nos referimos a la evolución que impele a un ciudadano a la mediocridad, a la indiferencia y al desencanto.

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