Hay un sentimiento de vacío existencial propio del humano que bien podría ser el motor que da cobertura a un sistema económico entregado a llenarnos el tiempo de ocio mediante el consumo de “cosas” que nos alejen de la actividad reflexiva y disuelvan la percepción de ese hueco abisal.
Pero, existe paralelamente un sentimiento crónico de vacío que no puede ser persuadido o distraído, porque adjetivado como está es irreparable.
