Balbuceamos palabras convencidos de la sordera ajena, mas con el corazón palpitando a la espera de un alguien ultra perceptivo. ¿Paradójicos? ¿Fingimiento necesario para soportar el ninguneo? Humanos sobreviviendo en la oscuridad de su trágica soledad. Algunos declaran haber sido transeúntes “sin techo”.
Ninguneados
Publicado por Ana de Lacalle
Escritora alacallefilosofiadelreconocimiento.com Ver todas las entradas de Ana de Lacalle
