Deconstrucción versus Reconstrucción.

Un comentario

La mención del término deconstrucción[1] hace referencia al proceso de desmontar un sistema de conceptos que, aparentando una conexión lógico-empírica, nos conduce a la constatación de las brechas, los resquicios que acaban mostrando la falta de un fundamento objetivo en sí mismo[2]. Esto tiene implicaciones serias, ya que la elaboración del engranaje conceptual se muestra condicionado por intereses que podían haber derivado -siendo los intereses otros- en construcciones muy diversas.

Como ejercicio crítico aporta claridad, transparencia y nos muestra que, procediendo así, todo puede ser deconstruido. El problema consiste en que, realizado este desenmascaramiento de los sistemas o estructuras sociales, políticas y culturales, no hay alternativa. Es obvio que, si algo se deconstruye, no resta la nada, hablando en términos de materialidad, sino que aparece un algo otro que, o bien arbitraria y azarosamente se va formando, o, por el contrario, no basta con deconstruir, sino que deberíamos intuir las condiciones de reconstrucción de lo que sobrevenga después.

Consensuar y establecer las condiciones o el marco de referencia en el que deseamos reconstruir las relaciones sociales, el ejercicio de la política y lo económico, y en definitiva esa cultura que ha sido purgada, es imprescindible para que podamos ser, todos y cada uno desde su nueva posición, actores de esa sociedad reconstruida. Si nuestra actitud es pasiva y contemplativa, volveremos a estar atrapados en manos de quienes, con más avidez y claridad, en función de sus intereses, establecen esas condiciones de reconstrucción sin que prácticamente nos apercibamos de que es una apariencia distinta con la misma lógica de funcionamiento.

En consecuencia, la dinámica deconstructiva sin plan alternativo puede abocarnos a una nada susceptible de convertirse en cualquier cosa. Reconstruir, asumiendo fundamentos contingentes -casi un oxímoron- que nos permitan dinámicamente ir tejiendo una red de vínculos y compromisos sociales y políticos, es crucial a fin de que la diversidad de formas de vida sean posible.


[1] La deconstrucción en Jacques Derrida: Qué es y qué no es como estrategia. Ramiro Délio Borges de Meneses. Universidade Católica Portuguesa.

[2] Le deconstrucción que se afirma en Derrida, debe ser entendida como el intento de reorganizar de cierto modo el pensamiento occidental, ante un variado surtido de contradicciones y desigualdades no lógico-discursivas de todo tipo, que sigue rondando las grietas e, incluso, el desarrollo exitoso de los argumentos filosóficos y su exposición sistemática. La deconstrucción no es una doctrina, ni una filosofía, ni un método. Sólo es, según Derrida, una “estrategia” para la descomposición de la metafísica occidental. Sin embargo, la deconstrucción es responsable por esas “contradicciones” constitutivas, mediante la construcción de arquetipos-síntesis, o infraestructuras, como se las denominará luego. No obstante, se crea que su objetivo de promover el juego libre mencionado es nihilista por la cancelación de los opuestos, la abolición de las jerarquías y la desmitificación o desideologización de las filosofemas occidentales, el procedimiento definido y lógico de la deconstrucción no puede ser aprehendido en toda su especificidad. Obra citada.

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