La libertad de pensamiento, expresión y manifestación es uno de los derechos civiles básicos de cualquier democracia. Sin embargo, es uno de los derechos más fáciles de conculcar en base a argumentaciones cuestionables. Ya J. S. Mill se apercibe de que:
“En nuestros tiempos, desde la clase social más elevada a la más baja, todos vivimos bajo la mirada de una censura hostil y temible. No solo en lo que a otros afecta, sino en lo que a ellos concierne; el individuo o la familia no se preguntan qué prefieren, o qué es lo más conveniente para determinados caracteres y disposición, o qué es lo idóneo para facilitar el desarrollo y el crecimiento de aquellos que de mejor y más elevado hay en cada uno. Muy al contrario, sus preguntas versarán sobre qué es lo más conveniente en su posición, qué hacen normalmente las personas de su posición”[1]
Este control social, que Mill consideraba inoculado en los individuos por parte de los poderes sociales, era ejercido según él de manera desmedida y aventuraba que cada vez iría a peor. Hoy podemos reconocer ante Mill que el desarrollo tecnológico ha llevado y llevará este control social y, por ende, la libertad de pensamiento y expresión a formas de sometimiento imperceptibles por parte de los individuos.
Un ejemplo reciente lo tenemos en las prohibiciones de los gobiernos alemán y francés de manifestación en favor del pueblo palestino, a causa de la nueva contienda desatada entre Israel y Palestina. Aquí el argumento que se usa para deslegitimar estas manifestaciones es que se está apoyando el terrorismo de Hamás. Ninguna de las protestas se ha convocado en pro de Hamás -cuyo estatuto de grupo terrorista o ejercito de liberación subyace a estas prohibiciones-, sino en defensa del pueblo palestino, cuyos habitantes son objeto de masacres, ocupación legal, restricciones, condiciones de vida poco dignos. Al igual que las víctimas son todos aquellos judíos que nada tienen que ver en las contiendas que como siempre deciden unos para que se coman el polvo y acaben desmembrados, otros.
En cualquier caso, la cuestión es si una democracia puede prohibir manifestaciones de cualquier índole, ya que reprimir lo que piensa parte de un pueblo no lleva a ninguna solución. Antes bien, intensifica la rabia y fortalece la inclinación a la lucha no pacífica.
La Democracia, más allá de su carácter formal debe ser un actuar de los ciudadanos desde la realidad para su transformación, y si esto no es posible ¿Qué es la democracia?
También, una pensadora que está empezando a ser un referente conocido, porque su solidez ya estaba reconocida por sus contemporáneos, como es María Zambrano, entendía que:
< (…) la libertad siempre es participativa, vía de comunicación y cauce de una siempre renovada vida del espíritu. No es libertad en el vacío, sino que, como ella misma escribe, “ha de ser libertad a partir de, a base de”. No tiene un sentido absoluto, como fin en sí mismo. Y en relación con la política, tiene un inequívoco sentido social, una función social.>[2]
Así, limitar la libertad excediendo los límites aceptados por las leyes que rigen un Estado democrático es como cortarle la cabeza a un pollo y observar el movimiento residual de su cuerpo. Es amputar uno de los derechos claves a partir del cual pueden ejercerse otros derechos. No podemos seguir entendiendo la democracia como una forma de gobierno en manos de unos representantes ocasionales, que nunca total y de forma transparente defienden el interés general de los ciudadanos. Si los mismos ciudadanos nos inhibimos de participar e implicarnos estamos atentando contra nuestra socialidad intrínseca, esa co-determinación de unos respecto de los otros, que conforman el yo de cada uno, en términos zubiarianos.
En síntesis, las prohibiciones de manifestaciones que se han producido en Europa, para reclamar ayuda y respeto al pueblo palestino atentan contra la libertad de pensamiento y de expresión. Están fuera de lugar en un Estado de Derecho y las consecuencias pueden ser peores, ya que si no se puede gritar al viento lo que unos consideran una injusticia -no hemos entrado en el análisis de conflicto que creo que a estas alturas exige una tesis doctoral- es posible que estemos abriendo ese camino que los pueblos no desean abrir, el de la violencia macabra y la muerte de inocentes que nada pueden hacer con relación a estos conflictos geopolíticos cada vez más extendidos, con más muerte, desgarro, hambre y desamparo que solo pueden derivar en la búsqueda de venganzas.
NOTA: Sugiero a quienes no tengan presente el origen del conflicto entre Israel y Palestina, lo consulten en multiplicidad de fuentes de información que existen. Facilito uno, pero es conveniente consultar diversos para poder aproximarse de la manera menos tendenciosa.
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/historia-detras-creacion-israel_20301
[1] J.S. Mill, Sobre la libertad. Biblioteca Edaf. Pg, 145-146.
[2] Mujeres de letras: pioneras en el arte, el ensayismo y la educación. M.ª Gloria Ríos Guardiola, M.ª Belén Hernández González, Encarna Esteban Bernabé (eds.) Artículo de Francisco Martínez Albarracín La visión ética de la política en María Zambrano.
