Los niños que viven en la penuria, la guerra y la catástrofe permanente no son dignos de soñar con unos Reyes Magos que los rescatarán de una existencia indeseable. De niña ya pensaba que hasta los magos de oriente son clasistas, no entendía por qué. Ahora lo sé.
Son niños que no pueden experimentar su infancia, ni creer en la magia, ni que si hacen lo que deben su bondad será recompensada. Algunos tullidos por las bombas de esos adultos sin escrúpulos, llorando de dolor por heridas de guerra, tanto en su cuerpo como en la ausencia que sienten como cuchillos de sus padres, hermanos, …son hijos de la realidad y, por ende, niños que sufren lo que nadie debería padecer.
Otros hundidos en la miseria, solo aspiran a comer y aprenden pronto a buscar estrategias de supervivencia, que posteriormente son juzgadas por los que vivimos bien, con mucho más de lo que necesitamos. La conciencia nos deja dormir porque nuestra responsabilidad es remota, indirecta y nos afanamos en no ser uno más de los que engrosan las bolsas de pobreza.
Hoy la noticia será la cabalgata de reyes. Anuncian lluvia, y los más trágico que puede pasarles a muchos de nuestros niños es que se suspenda la cabalgata. Pero como todos sabemos, mañana vivirán un día de ensueño en el que creerán en algo que ya no tengo claro que sea beneficioso hacerles creer. El mundo ha cambiado mucho y a una velocidad impresionante, quizás les sería de más provecho crecer sabiendo que la magia no existe, y que ellos son afortunados, pero que tendrán que esforzarse, ahora en la escuela, y siempre allí donde estén para que su vida tenga condiciones mínimas y dignas.
Es un planteamiento educativo más realista que probablemente nos cueste pensar, tan siquiera, en borrarlo del imaginario colectivo. ¿Para qué hacerles creer algo que acabarán sabiendo que no es verdad y cuya decepción les hará darse cuenta de cómo cruje lo real?
Aún más, los críos que ya están hundidos en la miseria aún se sienten más desgraciados viendo lo que dejan los reyes en las casas de sus compañeros de clase y ni que por asomo es comparable con lo que les dejaron a ellos, tal vez gracias a alguna entidad que organizó un apadrinamiento de niños por parte de reyes magos anónimos.
Si lo analizamos, es una tradición que agudiza la pobreza de unos y enfatiza la flor en el culo con la que aparentemente han nacido otros. Aquí nos topamos, nuevamente, con el consumo y la necesidad del sistema de intensificarlo en determinadas épocas. Sin embargo, por ser realista, se podría seguir “celebrando” la festividad sin necesidad de que los niños crean en una magia inexistente. Unos niños se sentirían agradecidos, quizás, y otros no sentirían que hasta la magia está destrozando su vida. Es muy frustrante darte cuenta de que debes ser tan poca cosa que no mereces ni que los reyes pasen por tu casa. Esto tiene repercusiones psicológicas en los niños porque mella su autoestima, se sienten que sobran en el mundo porque son invisibles y nadie los rescata de esa cueva oscura.
Ojalá, viendo cómo evoluciona el mundo, dejemos de crear fantasías innecesarias a los niños que tendrán que enfrentarse a un futuro, probablemente, mucho más duro que el nuestro. Aunque algunos digan que cada vez las sociedades progresan y se vive mejor. Queda claro dónde se ubicaba su cuna y con quienes se relacionan.
Preguntemosles a los millones de niños y familia que llevan toda su vida viviendo en el terror y la tragedia cómo creen que han progresado las sociedades humanas.

Quand je cherche ce qi peut faire r^ver un enfant dans la misère, je rougis de honte d’appartenir à une socièté qui tue l’enfant sans trembler…
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