Amenazas en el mundo actual: el miedo.

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Los individuos nos sentimos amenazados por varias posibles catástrofes que pueden devastarnos de forma más o menos súbitas:

  • El cambio climático del que empezamos a sentir sus estragos -con la sequía en la zona mediterránea, por ejemplo- y del que recibimos información preocupante a través de los medios.
  • La pobreza o la posibilidad de vernos arrasados y formar parte de esa bolsa cada vez más engrosada en los países occidentales. La crisis económica del 2008 y, cuando aún no nos habíamos recuperado del todo, las consecuencias de la pandemia del covid19 y de la guerra en Ucrania, son evidencias de la polarización de la sociedad en ricos y pobres, y la desaparición de las clases medias.
  • La posibilidad de próximas pandemias y la incertidumbre de las consecuencias que tendrá como individuos y sociedades.
  • La amenaza de la III guerra mundial a partir de la guerra de Ucrania y posteriormente con la guerra en Gaza, y el miedo a que esta nos lleve a la extinción.
  • El desarrollo exponencial de la IA, las advertencias de los peligros que implica y de los puestos de trabajo que irán y ya están desapareciendo.
  • Y, en relación con lo mencionado, la globalización económica y la interdependencia para subsistir que ha provocado deslocalizaciones que afectan a los países occidentales y cómo debemos reinventarnos para competir con mano de obra más barata en entorno cuyo nivel de vida exige sueldos más elevados -de ahí el problema de la vivienda, la precariedad laboral-

Estas amenazas que son ya realidades nos llevan a vivir en un estado de incertidumbre respecto de nuestro futuro que, irremediablemente, nos hace centrarnos en el presente, en una afirmación del aquí y ahora, que tiene la virtud de conducirnos a vivir intensamente el presente, pero que no implica que desaparezca el miedo por un futuro que nos cuesta mucho imaginar.

El poder de aquellos que, de facto, pueden incidir en el curso de algunos acontecimientos se infiltra en nuestra cotidianidad de formas diversas, a veces con sutileza y otras no. Y es que un acontecimiento puede entenderse como algo transformador en sentido emancipatorio o, también, como una interferencia que trastoca negativamente la vida de individuos y colectivos. Hay un hecho constatable, al menos en Catalunya que se ha producido desde la pandemia del covid19, que es el aumento de la burocratización de la vida de los ciudadanos junto con una ausencia de atención personalizada y un aumento de los tramites vía internet. Esto último, hace más lenta y cargante la tramitación de cualquier asunto, no se dispone de un interlocutor humano para comunicarse y hay sectores de la población, los más empobrecidos, que quedan excluidos y sienten una tarea ingente la realización de cualquier trámite.

Esto está afectando a todas las áreas de la vida del ciudadano, tensando la relación entre la administración pública y los usuarios y provocando situaciones absurdas. Deberíamos haber previsto que los trámites on line pueden comportar más crispación y desesperación cuando la gestión informática no funciona bien, ya que el ciudadano se siente desamparado.

Otras formas de poder se están llevando a cabo mediante las redes sociales que perfilan nuestros gustos y los estimulan, reafirmando determinadas visiones del mundo al facilitar solo información congruente con nuestras preferencias.

También, la impotencia de resolver conflictos entre los individuos ya que el acceso a la Justicia no es demasiado viable si no dispones de cierto dinero para iniciar procesos judiciales. Lo cual está elevando un muro infranqueable entre la Justicia y la ciudadanía. De esta forma, los individuos con bajo poder adquisitivo acaban siendo los demandados y casi nunca los demandantes, lo cual no es para nada democrático, pero sitúa a cada uno en el lugar que más conviene: los potentados tienen la Justicia a su servicio, los pobres son los perseguidos por actuar sin el apoyo de la Justicia.

Todo esto conlleva que la vía de normalización se está estrechando. Es decir, los que tienen una situación económica holgada se integran con facilidad en el sistema neocapitalista, apropiándose además de lo que se denomina la opinión pública. Po el contrario, el estrecho margen de integración y normalización engrosa la brecha de los que están fuera de lugar y deben ser penalizados.

Dicho esto, podemos preguntarnos si el objetivo es normalizarnos o normativizarnos. Diría que no en sí mismo, pero que si no hay cierto grado de integración se anula la posibilidad de zarandear desde dentro el sistema normativo, porque siendo excluidos, somos los raros a ocultar o eliminar. Solo estando dentro de la norma podemos romperla ostensiblemente y que ello tenga repercusión en el resto de los ciudadanos integrados.

En conclusión, las supuestas amenazas, tengan lo que tengan de verosímiles, se están utilizando para amedrentarnos y paralizarnos; volvernos ciudadanos pasivos y pacientes que intentan evitar ser alcanzados por los obuses que sentimos están a punto de estallar. El uso del miedo, de esta emoción como medio para someter a los ciudadanos parece ser siempre de lo más eficaz. Tenemos demasiado miedo a morir, y tal vez esa es su mayor arma.

Plural: 3 comentarios en “Amenazas en el mundo actual: el miedo.”

  1. Al parecer creo leer en su escrito las trompetas del Apocalipsis, pero esas catástrofes descritas suenan lejanas, abstractas, el miedo es útil para cosas tan sencillas como llegar al trabajo por la mañana y poder regresar por las noches sin ser atracado, levantado, magreado, atropellado, la experiencia normal de todo chilango en está peculiar ciudad, recuerde que la paranoia es sana en la medida en que nos evita metafísicas emboscadas…saludos desde acá que no es allá donde nuestros miedos son más tercermundistas….besos al vacío desde el vacío

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  2. Desde tiempos inmemoriales, el miedo ha sido una herramienta poderosa utilizada por aquellos en posiciones de autoridad para controlar a las masas. Desde los días de la Iglesia en la antigüedad hasta la política moderna y los medios de comunicación, el miedo se ha utilizado para mantener el statu quo y suprimir la disidencia. Sin embargo, con un poco de inteligencia emocional, podemos reconocer estas tácticas manipulativas y resistirnos a ser controlados por el miedo. Al comprender nuestras emociones y motivaciones, podemos tomar decisiones informadas y no permitir que el miedo nos paralice o nos manipule. En lugar de ser víctimas del miedo impuesto desde arriba, podemos empoderarnos para buscar la verdad y el cambio positivo en nuestras comunidades y en el mundo.

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