Sus miembros estaban fosilizados, o al menos así los sentía ella. Solo los ojos podían recorrer de hito en hito el margen que la concavidad ocular le permitía. Era solo clisos, observando lo que quedaba a su alcance y llena de un pavor que ni tan siquiera podía manifestar temblando, por el anquilosamiento de su cuerpo. En esas circunstancias, apareció ante ella una figura nebulosa de tonos firmemente grises. Le preguntó: «¿Quieres la vida o la muerte?». Ella indefensa, pero con clarividencia mental, creyendo que no iba a poder hablar, forzó sus músculos y cuerdas vocales y satisfecha se oyó decir: «¿Cómo estoy ahora, viva o muerta?» El espectro se quedó desconcertado y añadió: «si no tienes conciencia de tu estado es que debe serte indiferente una opción o la otra.» «¡No!» Respondió ella rápidamente, y ya certera de su capacidad de hacer sonar las palabras: «Si esto es la muerte, quiero vivir; si esto es la vida, quiero la muerte.» «¿Has pensado -repuso el espectro- que aquello que desconoces puede ser peor que lo ya conocido?» Ella se quedó meditando mientras vigilaba atenta a semejante aparición y sentenció: «No tengo nada que perder, si esto es la muerte, ya es lo peor; y si, por el contrario, esto es la vida, la muerte tiene que fulminar mi poca sensibilidad y mi conciencia. Así que ¡concédeme lo que no tengo!»

Interesante perspectiva del deseo del hombre
Me gustaLe gusta a 2 personas