8 de marzo: NI UNA MÁS, NI UN NIÑ@ MÁS.

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Hoy, y desde hace años, se celebra el día de la Mujer. Aunque los aniversarios puedan parecer reiterativos, una muestra de que cada uno está incardinado en su momento es que desde hace años se ha eliminado el calificativo de trabajadora. En primer lugar, porque se haga lo que se haga, todas trabajan. Ese es un primer reconocimiento de que dedicarse a la crianza y a las tareas del hogar es un trabajo en mayúsculas, por qué no decirlo de lo más ingrato y ninguneado. En segundo lugar, porque tal vez tiene sentido que en el devenir de los hechos se actualicen las celebraciones, es decir se llenen del contenido que este año es relevante tener en consideración.

La lucha por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres ante la ley ha sido, desde tiempo, una condición necesaria pero no suficiente para eliminar todo vestigio de menosprecio y arrinconamiento del género femenino.  Sin embargo, desde que se han ido produciendo logros también en la vida cotidiana, en el ámbito social y laboral, ha habido reacciones diversas entre los hombres. Aquellos convencidos de que era algo anacrónico que esta igualdad de facto no fuese así, y destaco asimismo la de aquellos hombres que se sienten atacados y en riesgo ante la afirmación de la mujer y su coraje para luchar por su lugar en la sociedad. A esta última reacción de sentir que se les está robando un espacio de poder que les era propio, se debe, quizás, el aumento de asesinatos de mujeres por parte de sus parejas en los últimos años. Junto con la trágica instrumentalización de los hijos, que son asesinados como forma de venganza en la pareja. Estos últimos son más víctimas, si cabe, porque nacieron en un entorno de agresividad y competencia entre el poder de lo masculino y el deseo de lo femenino de acceder a las mismas oportunidades.

Si el día de hoy tiene un contenido propio, creo que debería ser el recuerdo de las mujeres asesinadas -creo que a la inversa es algo minúsculo- y de esos niños que antes de entender que están existiendo, ya se les arrebató la vida, tras experimentar una situación de terror y angustia. Más de 1245 mujeres asesinadas y alrededor de 50 niños es el balance hasta el día de hoy, sin tener en cuenta los datos que arroje el año 2024. Recordemos, que desde que el terrorismo de ETA se iniciara en la segunda mitad del S.XX arrasó con la vida de 850 personas, entre ellas 22 niños. Los datos de la violencia de género arrancan el 2013, por lo que podemos hacernos una idea de que el fenómeno trágico al que nos referimos es de unas dimensiones sin precedentes. Los medios de comunicación ensalzan cifras por intereses políticos, y no parece que haya ningún interés auténtico por medir la violencia de la que las mujeres son víctimas, y sus hijos, porque si de hicieran cálculos prospectivos de cuántas víctimas en total habrá cuando se cumplan los mismos años en que existió ETA, nos quedaremos sin palabras, y la urgencia de una intervención más decidida se haría un clamor social.

La comparación con ETA se debe a la consideración que se hace de la banda terrorista como el garbanzo negro que eliminó personas en España sistemáticamente, aunque también lo hiciera el franquismo y de eso nada sabemos. La voluntad es que, si en once años de registro de víctimas ya hemos superado con creces a las de ETA, que pasará cuando contabilicemos las víctimas durante sesenta años, que fue el tiempo de actividad del terrorismo etarra.

Me parece que hoy, día de la mujer, debemos poner en primer plano el drama de las mujeres y de los hijos asesinados en proporciones sin precedentes. Detrás de cada número hay una persona o personas, un dolor, un sufrimiento y el desgarro de una sociedad que no tolera que las mujeres puedan ser de facto iguales ante la ley.

Creo que es un tema sobre el que pensar afinadamente y atender con medidas adecuadas -la mayoría de las que hay son ineficaces- para que podamos frenar esta lacra de sangre y muerte. No he tenido en cuenta las agresiones sexuales a las mujeres que atinarían con más finura el sistema de violencia al que estamos sometidas las mujeres. Me ha parecido muy urgente llenar el día de hoy con los gritos de las muertas y sus hijos muertos para que se hagan políticas eficaces y dejemos la palabrería para cosas menores, si es que alguien tiene incontinencia verbal. NI UNA MÁS, NI UN NIÑO MÁS es un lema que debe tomarse en serio de una  vez por todas.

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