Jubilación y relevo generacional.

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Los boomers, como se nos denomina a los nacidos entre el 1950 y el 1964 aproximadamente, somos una generación que sin haber vivido ni las guerras mundiales, ni la guerra civil española, poseemos conciencia de lo que se derivó de todas ellas y desarrollamos un espíritu revolucionario y contracultural que recuperó la esperanza anulada a base de bombas de las generaciones anteriores.

El mayo del 68 francés fue un acontecimiento que marcó culturalmente a una generación idealista que se fue, con la edad, desvaneciendo. En España, fueron los jóvenes de final de franquismo y de la transición los que lucharon en las calles con un ansia de libertad y la decisión de que el franquismo debía tocar a su fin. Fue el momento de la liberación sexual de todos, de la intensificación de la lucha feminista, la recuperación de las ideologías de izquierdas, …Quizás fue la última generación que creyó que el sistema liberal capitalista podía cambiarse.

Hoy los más jóvenes de entonces somos sexagenarios y, tal vez, la primera generación que espera la jubilación, no como el lamento de un final anunciado, sino como la liberación del sistema “esclavista” del capitalismo. Es la primera generación que a punto de tocar los sesenta ya está deseando jubilarse “para vivir” plenamente lo que les reste de vida. Sintiendo que han acabado viviendo sometidos al sistema contra el que se rebelaron de jóvenes, ven en esa ansiada jubilación la manera de salir del engranaje que marca que vivimos para trabajar, en lugar de trabajar para vivir, y que espera esa etapa como el período en el que podrá hacer aquello que no ha podido durante toda su vida, y que ahora creen que se han ganado el derecho a realizar. Algunos desarrollarán un deseo de expresión artística que se vio frustrado por que la realidad se impuso. Otros ven la posibilidad de viajar, cuando no han podido hacerlo más que en contadas ocasiones. En definitiva, la etapa de jubilación se anhela como ese período en el que los deseos hallan un espacio privilegiado en el que manifestarse.

Sin embargo, como nada puede ser tan bonito, precisamente por la explosión demográfica que supuso el baby boom y la cantidad de pensionistas que ya hay y los que se avecinan, es el momento en el que se está planteando alargar la edad de jubilación. Según el país el techo estaría en los 62 o 63 como en Francia, o la friolera de los 67 en España, por lo hablar de los que abogan por que se trabaje hasta los 70, con algunas excepciones.

Así, los que estamos al borde de no ser boomers, sufrimos constantemente ante la inminencia de una jubilación robada. Ciudadanos que han cotizado ya entre 35 y 40 años se van a ver, si el destino no lo cambia, obligados a prolongar una etapa laboral que ya es agónica. Las razones son muchas. No hace falta, creo mencionar los cambios científicos y tecnológicos que se han experimentado en el siglo XXI para entender que como trabajadores activos los sexagenarios ya no les quedan fuerzas para formarse más -de manera obligada- y ponerse al día de los cambios en las formas de trabajo y en la revolución tecnológica que se está experimentando. La sensación es que eso le toca a los jóvenes, que además necesitan una oportunidad para encontrar su lugar en el mundo laboral y poder tener acceso a una vivienda. La experiencia es valiosa, pero en estos momentos, si escuchamos los grandes mantras capitalistas, es más necesario innovar. Y, como es comprensible, eso ya no nos toca.

Se pueden mantener trabajadores que no rindan lo que se espera o necesita porque ya no tienen más perspectiva que dejar de trabajar. O, se puede dar entrada a esos jóvenes que ansían trabajar ya que bien se han preparado para ello, mucho más que en general nos formamos los boomers. Es cuestión de ponderar la desidia de unos y el ímpetu de los otros para ver qué le sale más rentable al Estado a largo plazo.

Sabemos que las arcas no gozan de buena salud, pero también que la política laboral no se ajusta a las necesidades de la sociedad. Hay profesiones que siguen siendo necesarias y no quedan operarios. Seguro que hay muchos jóvenes que formándolos les agradaría hacer una tarea que se ha quedado huérfana de profesionales. Tenemos que entender que las universidades no pueden ser el destino de todos, les guste o no estudiar, tengan pasión por alguna profesión que requiera ese tipo de formación. Hay muchos que lo que quieren es capacitarse para encontrar un trabajo para el que no se le exija una formación que no necesita. Un ejemplo, en España, paradigmático es que para trabajar de reponedor de una cadena de supermercados exigían el bachillerato. Claro que encuentran personas que ocupan esos puestos, pero y los que no quisieron ir más allá del graduado escolar, por múltiples circunstancias, y lo que desean ya a los 16 años es trabajar. ¿De verdad que para reponer en los estantes los productos hace falta haber estudiado bachillerato? Habría que ajustar las exigencias de formación a los puestos de trabajo porque se abrirían las puertas laborales para muchos que se les van cerrando, además de ofrecer formación especializada para desempeñar profesiones en vías de desaparición: electricista, fontanero, carpintero, … ¿Cómo nos las apañamos sin estos profesionales que cuesta encontrar cuando necesitas que alguien que sepa venga a nuestra casa a suplir nuestra ignorancia?

En síntesis, unos quieren y necesitan jubilarse para sentir que les queda un tiempo para vivir, y otros necesitan la oportunidad para poder subsistir.

NB: Ni que decir tiene que cuanto aquí se expone cuenta con que el engrosamiento de la población joven se hace posible gracias a  la inmigración, sin ella no habrá trabajadores para hacer posible un relevo generacional.

Plural: 2 comentarios en “Jubilación y relevo generacional.”

  1. Totalmente de acuerdo contigo. Me jubilo en octubre del presente, después de 46 años trabajando y estudiando. Creo que me lo merezco. Y si, no es necesario ser ingeniero de cohetes para reponer estantes y ganarte la vida. No me avergüenza ser de esta generación como les pasa a muchos que lo ocultan. La generación del esfuerzo. Buen podría nacer una ahora o en su defecto que les dejarán serla.

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