A Alfonsina la marcaron desde que nació, sentenciada con un nombre que paradójicamente no cumpliría el destino familiar deseado. Así se llamaba su abuelo, su padre y ahora, ella. Para una familia burguesa de tradición católica, algo liberada de imposiciones culturales, el nombre indicaba el sendero que la persona debía seguir en su vida, y, en consecuencia, todos vieron en ella al nuevo médico en la familia que podría dar continuidad a la consulta familiar.
Sin embargo, Alfonsina sentía nauseas y mareo ante la sangre y le resultaba espeluznante existir tocando continuamente la finitud que a todos nos asedia. Quizás por eso, se identificada más con Storni, poeta argentina que, ante la obligación de seguir con el negocio familiar, se independizó y se dedicó a escribir poesía y a trabajar como maestra. Esta decía sobre su nombre que significaba «‘dispuesta a todo’», aunque este estar “dispuesta” Storni lo asumió como capaz de romper con lo establecido para vivir la vida que deseaba.
Así que, nuestra Alfonsina, la que estaba llamada a ser médico, decidió casarse, con un acuerdo de convenencia, para poder irse de su casa y se dedicarse a lo único que le permitía vivir intensamente, como si a cada instante se fuese a terminar la vida, es decir a la literatura. Sus libros eran tortuosos, sus personajes seres sufrientes que acababan suicidándose, al igual que hizo ella para no faltar a la memoria de Storni quien el 25 de octubre se suicidó arrojándose al mar desde el balneario del Club Argentino de Mujeres de Mar del Plata.
Alfonsina,por su parte, un día como otro se levantó y tras tomar un desayuno discreto, fue al lavabo, se miró al espejo y pensó: ¿qué dice este rostro de la existencia pasada y qué anhela del futuro? Y, meditando, con la profundidad que la caracterizaba, decidió que su esperanza y sus anhelos se habían diluido en esa batalla que había librado con la vida. Convencida como Storni de que el suicidio era un derecho de cada humano sobre su propia vida, tomó somníferos y se hundió en el baño final, emulando tal vez a la otra Alfonsina que se disolvió en el mar.
