Desde el momento en el que nuestro cuerpo dice: ¡basta! Deberíamos plantearnos si nos hemos escuchado suficientemente a nosotros mismos. Tenemos la inercia de vivir hacia “afuera” y huir discretamente del “adentro”. La existencia en el exterior nos apremia a ocuparnos en aferes que no siempre nos afectan directamente pero que nos exculpa del descuido de nuestra interioridad. Así, abocados hacia el “afuera” podemos vivir no solo años, sino toda una vida. Ocurre, sin embargo, que aquello que no hemos afrontado en su momento va acumulándose como un montón de deshechos que ignoramos. Y, súbitamente, nuestro cuerpo empieza a enfermar enlazando unos contratiempos tras otros y, entonces, solo algunos se plantean si no están somatizando todas sus cuentas pendientes: ahora en forma de contracturas musculares, otra en resfriados recurrentes, luego con cefaleas, insomnio. Quien llega a cuestionarse el origen auténtico de los malestares en su organismo se halla en ciernes de apercibirse de que la huida nunca es un remedio. Las cuentas pendientes vuelven tarde o temprano, bajo otra forma o apariencia, para evitar ser evitadas nuevamente. El dolor intenso muscular no puede ser ignorado, porque a veces dificulta hasta la respiración, con lo cual esta aparición somática garantiza que nos ocupemos de ese dolor de apariencia más material y, con suerte, lleguemos a identificar el olvido de nuestra interioridad, miremos hacia “adentro” y nos apercibamos del caos, la fosilización que se ha producido de un contenido ignorado. A partir de ahí, nos toca picar piedra e iniciar ese camino que hemos esquivado toda la vida: la gestión de nuestras emociones, nuestro sufrimiento y nuestro sentir. Ya que solo quien se atiende y cuida a sí mismo atendiendo a su interioridad simultáneamente a lo exterior, los otros, o el mundo logra hacer frente a sus dificultades y aprender a buscar recursos para gestionarlas mejor. Quien huye de sí mismo se acaba topando con el reflejo del espejo.
![](https://filosofiadelreconocimiento.com/wp-content/uploads/2024/03/somatizacion-1.jpg?w=800)
Quien huye de sí mismo se acaba topando con el reflejo del espejo.
Somos lo que vemos? o como expresa Marshall McLuhan «Modelamos nuestras herramientas y luego estas nos modelan a nosotros» porque «nos convertimos en lo que contempamos» .
Gracias por vuestra dinamica.
Me gustaLe gusta a 1 persona
A ti por leerme!!!!!
Me gustaMe gusta
Entiendo muy bien del tema, pero creo que hay algunas razones por las que ese reconocimiento del dolor, y esa pausa necesaria no se producen
1. No existe una cultura y/o educación en cuanto a la gestión de emociones.
2. Al sistema socio económico simplemente no contempla esta dimensión humana, porque los valores como la competitividad e individualismo están en cierta oposición con la pausa y la vulnerabilidad necesarias para entender las emociones somatizadas y sanarlas
Me gustaLe gusta a 1 persona