De la acrofobia a saltar al vacío.

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La acrofobia suele entenderse como un miedo intenso a las alturas, inclusive en situaciones en las que la persona no corre ningún riesgo. Una escalera muy empinada y poco provista de barandillas puede ser un estresor insuperable para quienes, además, sienten la sensación de mareo o desmayo ante grandes plazas desocupadas, o grandes avenidas, en las que paralelamente con los miedos ya mencionados lo que tienen en común es una ansiedad que se dispara por falta de resortes en los que apoyarse.

Curiosamente, esta manifestación fóbica con síntomas físicos y ansiosos tiene su semejanza en el miedo a vivir con autonomía, sin dependencias, ni apoyos de otras personas en las que puedan confiar, ya que creen que estarán ahí para evitar o recogerlos en sus “caídas”. Se sienten más seguros cuando saben que las cosas no dependen de ellos en última instancia, ya que están protegidos por alguna figura que en situaciones de crisis acudirá rauda a salvarlos.

Yendo un poco más allá, todos padecemos acrofobia cuando se trata de dar saltos arriesgados o una especie de salto al vacío simbólicos. Las decisiones que suponen un giro importante en nuestras vidas perdiendo las seguridades que teníamos, el coraje de ser honestos con nosotros mismos y abandonar el autoengaño para lanzarnos a buscar el tipo de vida que desearíamos tener, aunque ésta implique incertidumbre, inestabilidad, etc.

La capacidad de superar el vértigo que produce vivir exige tiempo de maduración y reflexión, además de fortalecer las convicciones de que sean cuales sean las consecuencias queremos que nuestra vida se oriente en un sentido y no en otro.

Consiste en algo así como conciliar el deseo y la racionalidad, poniendo esta última al servicio del primero para que nuestras querencias constituyan lo prioritario y los medios para alcanzarlas lo secundario. Es un desafío a lo normativizado explícita o implícitamente, una rebeldía contra lo que se espera que seamos y lo que nosotros deseamos ser. Este gesto de desprenderse de imposiciones supone valentía, fortaleza para mantener la autonomía también en los momentos más difíciles, y por ello la acrofobia es la reacción básica de la que todos partimos, pero de la que debemos despegar para no estar sometidos a los deseos ajenos el resto de nuestras vidas.

Plural: 3 comentarios en “De la acrofobia a saltar al vacío.”

  1. Bonjour, Las sensaciones ligadas al vacío, comúnmente agrupadas bajo el término ‘vértigo’, no distan mucho de las que debieron sentir Adán y Eva en el Jardín del Edén y ante la serpiente que les ofreció algo que ya se suponía poseían. .

    Merci pour le partage et la qualité de vos réflexions.

    Juan.

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  2. De la lectura, tomando el párrafo «La capacidad de superar el vértigo que produce vivir exige tiempo de maduración y reflexión»

    Al respecto, como diria Saramago: «Todos los días se comienzan cosas, pero, tarde o temprano, todas acaban», por ello: «Es una estupidez perder el presente sólo por el miedo de no llegar a ganar el futuro».

    Gracias por el articulo.

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