¿Cómo puede el mal causado por otro, y sufrido por uno, generar tanto dolor? Es como si un filibustero interior se afanara continuamente en retornar el veneno contra uno mismo, sin que nada sepamos de tal sortilegio. Y nos horada el dolor que nos han infringido, y nuestra reacción es como la defensa ante un
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Los días se muestran porfiadamente sombríos como si de nocturnidades matizadas se tratase. Y en esa penumbra que rebosa de interrogantes inefables e irresolubles, bandeamos como títeres imprecisos en sus gestos que rastrean un algo al que aferrarse, acaso persuadidos de su necesaria presencia. Mas, agotados de esa liza dual: la búsqueda de una ficción
Ser prudentes no es solo una virtud, sino una exigencia adaptativa consistente en preservar un cierto grado de sospecha vital. Porque quien tantea lo que le rodea, para ponderar lo que sucede, debe poseer la habilidad de dudar de lo verosímil y ejercer un intenso escrutinio sobre lo que se muestra diáfano. Esta perspicacia previene
Llueve, llueve… no cesa de llover; se precipitan lágrimas desmesuradas que parecen proceder de un cielo invisible, encapotado de nubes, neblinas opacas que ciegan ese azul celeste que añoramos. Oí decir, tal vez de niña, que los ángeles, esos seres deseados para guardarnos del mal, llantean a menudo al observar cuanto acontece en la tierra:
El alma por su precariedad adolece de estrategias raudas de reparación. Serpentea, huidiza y esquiva, inhibiendo la identificación del mal que nos aqueja. Un mal controvertido si sopesamos la tesitura que nos zarandea al cuestionarnos su naturaleza. No es, necesaria ni exclusivamente, un acontecer externo. Tampoco una podredumbre urdida a voluntad. Entonces ¿qué es y
No hay infinitos que, por con siguiente, nos sofoquen, ni asimismo que se extiendan hacia confines imaginarios. Aquello relativo a la vida es, como ella, finitud; para el bien que nos libera de lo opresivo y para el mal que cercena perspectivas halagadoras. No poseer la eternidad es la certeza de que nada reincide indefinidamente,
“El mal nos desvela la sustancia demoníaca del tiempo; el bien, el potencial de eternidad del devenir. El mal es abandono; el bien, un cálculo inspirado. Nadie conoce la diferencia racional existente entre uno y otro. Pero todos sentimos el doloroso calor del mal y la frialdad extática del bien.” Cioran, El ocaso del pensamiento
El egoísmo es fuerte y radical. Pero la acogida, la vigilia y velar por el otro lo son aún más. El « ¿De verdad?» está vinculado a una «revelación» y a una certeza: la de que a pesar de que el mal es muy radical, el bien aún lo es más; la de que el mundo humano se sostiene por la bondad JM.Esquirol: La penúltima bondad. Ensayo sobre la vida humana.Ed.
Ser prudentes no es solo una virtud, sino una exigencia adaptativa consistente en preservar un cierto grado de sospecha vital. Porque quien tantea lo que le rodea, para ponderar lo que sucede, debe poseer la habilidad de dudar de lo verosímil y ejercer un intenso escrutinio sobre lo que se muestra diáfano. Esta perspicacia previene
La sensibilidad humana se satura de las tragedias que él mismo provoca. Existen, de hecho, situaciones de explotación, muerte, maltrato, inanición, que siendo estructurales, se convierten en el testimonio doloroso de una maldad inconcebible. Habiendo superado cualquier atisbo de idealismo, sabemos que no cesarán, porque son la condición necesaria para que los que vivimos en