«Ser» se dice de muchas maneras.

No hay comentarios

Cada uno de nosotros es diversos simultáneamente. La madre o el padre que quiere educar a sus hijos; el monstruo que fantaseamos cometiendo atrocidades; el vecino insufrible; esa amistad que cualquiera anhelaría, o la que nadie desearía; la pareja que asfixia al otro o la que le permite crecer y expandirse; el trabajador responsable y honesto o el procrastinador por excelencia, …y siendo tantos convergemos en uno capaz de aglutinar esa retahíla de contradicciones que se materializan.

El ser diversos no responde exclusivamente a nuestra manera de mostrarnos, sino también a la forma en la que los otros nos perciben. Así, creemos ser generosos y ser percibidos como egoístas. Aquí, lo que se evidencia es que, al fin y al cabo, somos en relación con los otros, porque nos gestamos en esa interacción y porque nuestro aparecer ante ellos no siempre responde a lo que querríamos ser, sino a lo que finalmente acabamos siendo, al menos en un instante concreto ante el otro.

El hecho de ser múltiples en uno no constituye ninguna anomalía, sino los distintos tiempos en los que aparecemos y, por ende, la función social que en cada uno de esos tiempos asumimos. Si lo pensamos a la inversa, es decir, que fuésemos uno o un único siempre, lo que se sucedería es que nunca aconteceríamos, o nunca seríamos significativos y relevantes para los otros, ya que la univocidad no puede responder a las contingencias de cada tiempo, y devendríamos los mismos como madres, compañeros de trabajo, amigos, etc. lo cual resulta absurdo, ya que cada estar en y ante otros requiere una aparición u otra por nuestra parte, es decir mostrarnos como  pertinentes a las exigencias del contexto -en sentido amplio-.

En síntesis, lo anómalo no es la diversidad inherente a cada uno de nosotros, sino el raro hecho de ser monolíticos y unívocos.

Somos los progenitores que se lamentan de sus errores, el niño que clama atención, el trabajador responsable, el amigo desinhibido que arrastra a los otros a experimentar noches de asueto, el que llora, el que ríe, el que asume la existencia en momentos críticos…y si no fuésemos variados cada uno en su interior, probablemente habríamos desaparecido por incapacidad de adaptarnos a una vida sorprendente y muy diversa.

Deja un comentario