Hoy, sábado, asistiré a la presentación de la última novela de Cristina Gracia Tenas “Cumpliré tu último deseo” Terra Ignota Ediciones. No hay riesgo de que cometa ningún spoiler porque no sé de qué va la novela, pero la compañera de fatigas, Cristina, es una escritora suficientemente solvente como para que el acto de hoy sea considerado como interesante y que adquiera su novela, sin saber nada más de ella.
Lo que voy a compartir hoy es qué me ha sugerido el título de su nueva entrega. ¿Se puede cumplir el último deseo de otro? Pongamos en modo filosófico y puntualicemos qué podemos entender por deseo. Éste sería el impulso no satisfecho que lleva al individuo a la consecución de un objeto que supuestamente satisfará esa pulsión. Un deseo es por tanto la manifestación de una carencia que afecta al individuo humano como corporalidad. Es decir, deseo y cuerpo son una y la misma cosa, si tenemos en cuenta que todo deseo emana por un impulso del propio cuerpo, y que uno sin el otro no se darían. De esta forma, desear es actuar en pro de satisfacer esa necesidad. Estamos movido por deseos -nunca satisfechos del todo porque dejarían de ser deseos- que auxiliados por nuestra razón nos llevan a dilucidar la manera de satisfacerlos lo máximo posible.
Ahora bien, si el deseo es una pulsión corporal ¿puede un cuerpo cumplir los deseos de otro cuerpo, de aquellos que no son propios? Estrictamente, tendríamos que admitir que no, ya que el deseo implica sentir necesidad de un objeto, pero si el deseo es de otro yo no puedo sentir necesidad. Es como si alguien en su lecho de muerte siente un deseo y cree que la acción de otro puede satisfacer su deseo. Desear algo para otro, satisface al deseante, ni al otro para el cual se desea, ni al mediador que procurar la satisfacción máxima de ese deseo. Además, como el que desea delega la acción en otro porque él ya no puede realizarla, tampoco sentirá nunca la satisfacción de ese deseo y, por ende, ya muerto la insensibilidad hace que la acción demandada caiga en saco roto.
Es cierto que, la satisfacción del que actúa por delegación viene del deseo de contentar al moribundo, es decir de otro deseo, pero no del originario que mueve a quien respira por última vez. Así, no podemos satisfacer el último deseo del otro, solo satisfacer nuestro deseo falaz que emerge de nuestro interior cuando un moribundo nos demanda algo y sentimos no solo es deseo, sino algo distinto que es la obligación, de cumplir su deseo, cosa que como vemos es del todo imposible. Los deseos en cuanto movimientos del propio cuerpo son singulares en su surgimiento y solo pueden ser relativamente satisfechos por el mismo sujeto que desea.
Debe ser, la inminencia de la muerte la que nos lleva a delegar en otros los que creemos que hemos dejado sin hacer. Pero este traspaso es solo una ilusión que tranquiliza al que va a morir, y crea cierta angustia a quien se le encomienda lo imposible.
Recordemos que esto no tiene, necesariamente nada que ver con la novela de Cristina Gracia Tenas porque aún no la he leído, y todo se reduce a lo que se ha disparado en mi mente unas horas antes de acudir a la presentación de su novela. Disculpad la reflexión, pero no me ha parecido una cuestión menor, ya que en última instancia nos reafirma que lo que no hagamos nosotros en nuestra vida, no puede ser llevado a cabo por otro; como mucho será un acto sustitutivo nunca igual ni capaz de satisfacer los mismos deseos y las carencias a él asociadas.
Nos vemos más tarde, a las 11h en la presentación. ¡A disfrutarla Cristina!

