El término intrahistoria, acuñado por Unamuno, puede significar hoy aquello que transcurre en silencio por acción, entre y en los humanos actualmente. El instante presente que, no será explícitamente recogido en los libros de historia, dinámicamente constituye el sustrato sobre el que se construye la denominada historia. La vida de los individuos, que son diría actualmente, ignorados como relevantes en lo que posteriormente se escribirá como lo acontecido históricamente.
La importancia del concepto unamuniano reside en su intento de recuperar la cotidianidad del pueblo como lo dinámico que subyace en los acontecimientos considerados históricos. Sin embargo, hoy deberíamos plantearnos si no se produce una especie de escisión entre lo intrahistórico y lo histórico. Es decir, lo considerado histórico transcurre al margen de lo intrahistórico -aunque haya algo residual en el primero del segundo-, generando la imposición de que la cotidianidad del pueblo se dinamice en tensión con lo histórico, que le sobreviene como un acontecimiento en el que no puede intervenir.
Dicho, en otros términos, la vida de los individuos en su espacio político transcurre por ella misma, pero siempre sometida a las imposiciones y limitaciones de lo que posteriormente se considerará la historia. Es, a su vez, cuestionarse hasta qué punto los individuos, “el pueblo”, tiene algún papel en la historia.
Hacernos conscientes de esta posible situación, a la que he intentado aproximarme, es nuclear porque permite tomar conciencia de que cada uno por su lado no llegará a lugar alguno. Los individuos construyendo un tejido social de cooperación, de vida en común, pueden emerger como factores condicionantes de esa historia. Al menos, condicionadores, si además la participación puede tener un influjo mayor se conseguirá que la historia sea cada presente vivido por los individuos, no el guion escrito por entes supraindividuales que se alejan de la vida real.
La historia se escribe sobre nuestros esqueletos, sin que ninguna palpitación propia haya intervenido. Esto puede y debe ser cambiado, para ser nosotros también escribanos de la actualidad, un escribano arraigado a la vida, al instante; frente a la diversidad de escribanos que imponen su historia desde su estar fuera de.
Os adjunto un documento que me ha resultado interesante, porque contrapone la idea de Volksgeist de Hegel, con el concepto unamuniano de intrahistoria. Un ejercicio sugerente, sin duda.
