Lipovetsky: «La consagración de la autenticidad». ed. Anagrama.

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Ayer aparecía una entrevista con el filósofo y sociólogo Gilles Lipovetsky, uno de los analistas más fructíferos desde hace décadas de los cambios culturales profundos, en el que se presentaba su última obra “La consagración de la autenticidad”.

Según el pensador francés, se ha pasado de la era del vacío -expresión que titula una de sus obras más importantes- a la era de la inseguridad. Esta constatación podemos asumirla sin dificultad, tal vez con más convicción, desde la pandemia del covid19, pero también aproximándonos a las condiciones de vida de las sociedades más pudientes en las que las generaciones jóvenes -y no tan jóvenes- se hallan en la incertidumbre continua respecto de sus posibilidades de subsistir, debido a una precariedad laboral que no garantiza poder cubrir los desmedidos precios de la vivienda y, en general, el coste de la vida.

Este giro en el contexto cultural no es sorprendente, sobre todo si pensamos que ese vacío del que hablaba Lipovetsky se ha tornado, casi como por cadencia natural en una sensación de inseguridad porque no hay certeza a la que arrimarse. El cambio no era tan imprevisible, lo que sí que destaca el pensador francés es que se ha mantenido el individualismo propio del capitalismo salvaje y que esto ha generado que tras el vacío se imponga la inseguridad y, en consecuencia, una búsqueda que no se conforma con el hedonismo consumista, sino que necesita hallar algo más: eso que denomina el ideal de autenticidad.

Y, aquí aterrizamos en lo que puede resultar más controvertido de su tesis: que este ideal esté operando como un roedor que vuelve a socavar el sustrato de vínculos con los otros sin los que no podemos vivir, realmente. Lipovetsky argumenta que el ideal de autenticidad se inició en el siglo XIX como un ideal ético propio de una minoría de artistas e intelectuales. Hoy, por el contrario, es un ideal psicológico y terapéutico¡, que, a mi juicio, ha perdido paradójicamente lo auténtico, es decir, la sinceridad, honestidad con uno mismo y con los otros, asumiendo las limitaciones propias de lo humano. Sintetizando, se ha transformado de un ideal ético-político que podía constituir un referente para la construcción de una sociedad más justa, a un subjetivismo individualista que sin abandonar el hedonismo -en su sentido peyorativo- utiliza la autenticidad como un argumento más de culto al yo, de cuidado prioritario del yo, prescindiendo de los otros. Así, lo problemático no es en sí misma la autenticidad, sino que ésta ha perdido lo genuino y ha mutado su contenido por una centralidad del individuo que procura ser él mismo, abducido por la mercadotecnia de los coaching y otros gurús venden el humo de la felicidad como si fuesen chucherías.

La nueva obra de Lipovetsky aparece en un momento en el que cabe resituar lo que está operando en el suelo que pisamos, y del que carecemos de conciencia, ya que tal vez estamos necesitados de discursos que expliquen el hoy desde la materialidad de la existencia que todos podemos reconocer. Personalmente, la recomiendo por la habilidad, intuición y seriedad que tiene el autor, en todas sus obras, de analizar y hacer una crítica de cuanto está funcionando de facto.

Este enlace permite visualizar algunas páginas del libro desde google books.

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