El acto creativo y sesudo de escribir un libro no se siente como real hasta que no se materializa. Esta sensación puede ser muy propia y no tener nada que ver con la percepción que tienen otros, aunque intuyo que es una manera de experimentarlo muy generacional. Ayer, recibí vía correo postal unos ejemplares de “Ateísmo versus Nihilismo”, publicado y distribuido en Perú. Fue como dar a luz otro hijo literario-filosófico con el que, a diferencia de un hijo de carne y hueso, parece que nunca llegues a reconocerlo del todo como tuyo, en el sentido de que, al poco tiempo de escribirlo ya modificarías aspectos de él. Tal vez, esta vivencia de no llegar nunca a decir lo que uno creía que quería decir, es lo que nos impele a iniciar la gestación de otro que supla, compense las carencias del anterior. Así, parece que es la insatisfacción permanente de lo que queda escrito lo que nos lleva a intentarlo de nuevo. Quizás, por eso, el Mito de Toth que utilizó Sócrates para prevenir de la generalización del lenguaje escrito contenga algo de la inquietud que estoy expresando.[1]
A diferencia de Sócrates, mi inquietud no reside en que no acabo de acercarme a esa supuesta verdad, sino que al ser cambiante estaría añadiendo subordinadas, matices y correcciones para actualizar la perspectiva de cuanto me rodea que va fluyendo, y esa es la razón por la que ni se puede decir nada definitivamente y hay nada que decir definitivamente.
Os dejo, no obstante, la síntesis que en la contraportada escribió el editor y filósofo Gustavo Flores Quelopana y, algún día espero que el texto pueda ser accesible para los que no residís en Perú:
“La filósofa española Ana de Lacalle Fernández (Barcelona) expone la idea de que el fundamento del ateísmo es el nihilismo. Pero frente a la desesperación y pesimismo que representa el nihilismo negativo está el optimismo y vitalidad del nihilismo positivo. Desde la base del nihilismo positivo el individuo puede reconocerse libre y capaz de fundar sus propios valores.No obstante lejos de caer en un solipsismo moral sostiene que el nihilismo positivo, al margen de no aceptar valores absolutos, puede reconocer valores contingentes que hacen posible la vida humana.
Además de la INTRODUCCIÓN
1,- Introducción
“Si, no obstante, lo que experimentamos como realidad está estructurado por la fantasía, y si la fantasía sirve de pantalla protectora para no vernos arrollados por lo Real en estado puro, entonces la realidad misma puede funcionar como huida a la hora de enfrentarnos con lo Real. En la oposición entre sueño y realidad, la fantasía está del lado de la realidad, la fantasía, y es en los sueños donde encontramos lo Real traumático. Así, pues, los sueños no son lo más recomendable para los que no pueden soportar la realidad; por el contrario, aquellos que no pueden soportar sus sueños (lo Real que se proclama en ellos) lo que necesitan es la propia realidad.”
Slavoj Žižek. Problemas en el paraíso. Del fin de la historia al fin del capitalismo. Ed. Anagrama 2016. Pg. 225
En la actualidad, reconocerse bajo una determinada categoría, que parece que delimita con precisión la actitud vital a la que nos conduce la Filosofía, es incómodo por desajustado. Muchos nos reconocemos más vívidos en un devaneo y fluctuación que nos otorga la libertad de repensar continuamente aquello que, en un determinado momento, sustentamos. Este tránsito continuo no es más que el matiz, la apostilla, la clarificación de un pensamiento que no se detiene porque es filosófico.
Con esta actitud afrontamos el presente ensayo sobre la correlación entre el ateísmo y el nihilismo, en cuanto nada de lo dicho debe quedar grabado, traspasando lo epidérmico, y con la voluntad de no huir de lo Real, acomodándonos en la realidad -como expone el fragmento inicial de Žižek -. Más allá de reproducir el uso de lenitivos, de subterfugios para no ahondar en lo que puede latir en el inconsciente, pretendemos que afloren, mediante un análisis lo más riguroso posible, esos fantasmas urdidos por la fantasía y que nos impiden mirar de frente lo Real, aunque sea haciendo guiños que nos faciliten esa aproximación fructífera. Solo una aproximación, no cabe otra cosa para el humano sobre sí mismo y el mundo.
No obstante, el uso de conceptos, etiquetas o términos que puedan acercar al lector lo más posible a aquello que vamos exponiendo, en el decir mismo, se hace necesario en aras de una mayor claridad y aproximación al discurso. Quien suscribe el texto, no puede renunciar a entrar en diálogo y, en consecuencia, hacerse entender entre sus interlocutores, ya que de lo contrario los escritos o exposiciones serían como dogmas inescrutables que no contribuirían al dinamismo del pensar, ni al posterior intento de transformar el mundo.
Así, utilizaremos a lo largo del texto una serie de categorías que intentaremos precisar en qué sentido son insertadas, y cuyo significado será la mejor aproximación que el lenguaje, y la habilidad de la suscribiente, nos permita realizar.
Pensaremos sobre cómo el nihilismo conduce necesariamente al ateísmo, y cómo, a su vez, este último nos lleva al primero. Esta conexión, discutible sin duda, surge de la reflexión sobre qué es el nihilismo hoy, sus materializaciones en nuestras sociedades, y qué significa ser ateo en un mundo, el occidental, aparentemente más laico, o, si se quiere, que ha sustituido unos dioses por otros, lo cual nos podría llevar a plantearnos si el término adecuado es ateo u otro, quizás.
En cualquier caso, lo relevante reside en que allí donde el nihilismo atraviesa lo humano, no cabe más que un ateísmo. Si, de facto, no es así, las razones hay que rebuscarlas en las necesidades de un humano que no soporta las consecuencias de “matar a Dios”, aunque esta “muerte” se constate en cada manifestación de la vida social, el capitalismo y, en general, en la cosificación y el vaciamiento que se ha llevado a cabo de todo valor. Resta un subjetivismo axiológico que fue preconizado por Nietzsche desde el momento en el que Zaratustra anunciaba la muerte de Dios como el reto que necesariamente debía llevar a cabo el humano, para morir con él, y erigirse en el nuevo creador de los valores.
[1] https://filosofiadelreconocimiento.com/2023/12/03/toth-o-la-actualidad-de-un-mito/
