Existe un exceso de celo, una obsesión por parte de las autoridades gubernamentales -estado, gobiernos autonómicos, ayuntamientos, …- de tutelar a los ciudadanos como si estos fueran estúpidos -algunos los son-. Esta práctica se manifiesta con eslóganes latosos que nos recuerdan cuál debe ser nuestra conducta ante determinadas contingencias. Algunas rayan lo ridículo: “bebe agua si hace mucho calor”, “no salgas en las horas de más calor”, “no bajes a las vías del metro”, ….Es tal la cantidad de mensajes directos o indirectos con los que nos avasallan que, si uno no posee plena conciencia de sí puede acabar inmovilizado, ante el temor de no actuar debidamente. Obviamente, esta hipérbole es irónica, ya que lo que acaba provocando es el efecto contrario en la mayoría de los individuos: oyen, pero no escuchan esas voces metálicas que machaconamente nos indican qué debemos hacer. Así que, cuando alguna advertencia es ciertamente importante corre el riesgo de caer en oídos sordos.
Por otra parte, es llamativo que no se nos advierta del riesgo que corre nuestra salud con la polución en las grandes urbes, a consecuencia del tráfico rodado, las radiaciones de los aparatos eléctricos y las ondas de las tecnologías digitales, entre otras muchas. Según un reciente estudio la contaminación ambiental es la causa más poderosa de muerte, por encima del tabaquismo, el alcohol, las drogas, …lo cual no debe usarse para menospreciar lo nocivo del consumo de estas sustancias-.[1] Sin embargo, este estudio del que tuve noticia hace un cierto tiempo no ha trascendido, ni ha tenido la resonancia que le corresponde. ¿Por qué? La respuesta es obvia, o cambiamos radicalmente nuestra forma de vida, de producción, comercialización, es decir ese capitalismo de crecimiento ilimitado, o no hay manera de reducir esos niveles de contaminación que son resultado del desarrollo industrial y tecnológico, y su intrínseca presencia en la cotidianidad de todos.
Visto lo visto, creo que lo más adecuado es advertir de que Vivir mata, porque el que no vive no muere, y eso que se ahorra.
El vivir es un riesgo sin el cual esa andadura perdería parte de su emoción. Sin riesgo no hay vida, y como ya hemos visto vivir cada día nos aproxima más a la muerte.
En conclusión, déjennos en paz, sobre todo cuando las advertencias gubernamentales son tutorías absurdas, que no nos advierten de los verdaderos peligros que “no vemos”. Quien se baja, o se tira a la vía ya sabe lo que hace, ya sea por chulería o porque tiene un objetivo bien claro.
El Estado debe garantizar unos derechos y obligar a cumplir los deberes, pero padre ya tenemos -o no-, y en cualquier caso no es la función del Estado tratarnos como si fuésemos imbéciles[2].
[1] https://es.euronews.com/green/2023/08/30/la-contaminacion-atmosferica-es-mas-mortal-que-el-tabaco-segun-un-nuevo-estudio#:~:text=Green%20Noticias%20medioambientales-,La%20contaminaci%C3%B3n%20atmosf%C3%A9rica%20es%20m%C3%A1s%20mortal,tabaco%2C%20seg%C3%BAn%20un%20nuevo%20estudio&text=La%20contaminaci%C3%B3n%20atmosf%C3%A9rica%20es%20una,o%20incluso%20la%20desnutrici%C3%B3n%20infantil.

Plural: 2 comentarios en “VIVIR MATA.”