Soy una persona bisagra, un eje común que sirve para unir dos superficies permitiendo el giro de ambas o de una sobre la otra. O, en otros términos, alguien que, sin pertenecer exclusivamente a un único espacio, facilita la conexión de diversos de ellos, o desearía posibilitarla en pro de la reflexión filosófica y más allá de las ideologías políticas subyacentes. Esta condición no ha sido algo pretendido, sino la espontánea manera de situarme en el mundo, con la convicción de que la Filosofía debe ir más allá de toda ideología.
Sin embargo, las cosas discurren de manera diferente. Cuando ciertos movimientos filosóficos, para su permanencia, inician un tímido proceso de institucionalización es como si progresivamente fuesen reclamando a cada miembro una fidelidad única. El sujeto que interactúa en interdependencia y refluencia con muchos es irreductible a una forma de sentir, vibrar y pensar única, ya que las intersecciones que experimenta hacen de él una singularidad, por ello única.
En filosofía no se juega por equipos, al contrario, siendo todos y cada uno la resultante siempre dinámica del vivir, quien filosofa va como un agricultor recogiendo la diversidad de cosechas que ha cultivado junto a muchos diversos, y por ello su filosofía es de aquí, de allá, es decir una reconstrucción de la diversidad recibida -ya sea en contacto con los otros directamente, o con los libros de otros-.
Así, un filósofo no es propiedad simbólica de ninguna institución -la paradoja de la propiedad privada-. Nadie puede exigirle más que lo que da, respetando su singularidad y sus conexiones diversas. Y, siendo así, si sus aportaciones son significativas ofrecerle la oportunidad de expresarlas, y si no, decirle con meridiana claridad que algo no encaja, que algo se rompe con su aparición.
De ahí, que me sienta como una bisagra a la que a veces le falta grasa y rechina. Ese chirrido es la señal de que no puedo agotarme en el lugar de otros, porque no es el mío, aunque sí puedo y deseo estar presente en una diversidad de lugares que me enriquezcan y me obliguen a cuestionarme constantemente aquello que doy por establecido.
Algunos pueden creer que ser bisagra es no definirse. Al contrario, ese “bisagreo”, consiste en no sentir siempre el eco de tus propias palabras en labios de otros, sino buscar esas palabras conjugadas de diversas formas que te permitan no dejar de hacer filosofía.

Los más importante de ser bisagra, es que existe movimiento, toda vez que «La bisagra que rechina es la que consigue el aceite» (1), que vivifica la toma de consciencia de nuestra naturaleza que nos circunda.
Gracias siempre.
(1) Frase de Malcolm X
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Gracias a ti….sí, debe tener sus ventajas, aunque me cuesta entender que entre los que ejercen la Filosofía pase esto….
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