A UNA AMIGA, EN SU SESENTA CUMPLEAÑOS.

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Tú ya estabas en aquella clase sin niños, alboreando la fatídica adolescencia. Yo llegué tardíamente, solo por un curso, y mis primeros días fueron de tanteo, aunque me había acostumbrado ya, a ser la nueva, la que se mira de reojo, a la que nadie, por propia iniciativa, se acerca, no sea que vaya a ser una rarita. Por suerte, había otra niña nueva, así que nos repartimos el peso de las miradas, o lo fuimos alternando. Contábamos con trece años, tú con doce, porque hoy es tu cumpleaños y el curso escolar empezó en setiembre.

No recuerdo exactamente nuestros primeros contactos, ni sé por qué llegamos a conectar. Tú acostumbrabas a quedarte en un rincón del patio charlando, que, de hecho, era la azotea del edificio. Yo enseguida me uní al grupo de revoltosas que durante los recreos jugábamos a “matar”; un juego de pelota con dos equipos y consistente en tocar -o machacar- a uno de los jugadores con un pelotazo e irlos eliminando de la partida. Para mí fueron momentos joviales, que me permitieron entablar relaciones con muchas de la clase, o de la otra clase de aquel octavo de EGB.  

Supongo que debía flotar una especie de sinergia que nos unió para el resto de nuestras vidas; un sentir latente que se asemejaba, que buscaba ser compartido y que nos llevó a esas tardes-noches de palabras a borbotones, de secretos inconfesables y, sobre todo, de amistad y, por ello, de amor y apoyo mutuo, para siempre.

Tras la vida que nos hemos forjado, el tiempo acelerándose inexorablemente, y tanto dolor, tantas alegrías y confidencias, solo me queda felicitarte por haber llegado hasta aquí, y recordarte que lo único que ciertamente tenemos es lo que nos dan las personas incondicionales, y tú tienes bastantes, si no lo ves, echa cuentas.  Al fin y al cabo, somos el rastro que vamos dejando en los otros, y tú en entrega nunca pasas desapercibida.

Desconocemos el tiempo que nos queda, sin embargo, está en nuestras manos -más de lo que tiendes a creer- pintar tonalidades de ese tic-tac finito que nos llenen más de luz que de sombras. ¡Se acabó el tiempo de vivir en cavernas oscuras! Lo que nos resta es sentir con profundo agradecimiento cuanto hemos recibido, una de la otra, y de muchas más personas que siguen estando a tu lado.

Brindo por la vida, a pesar de los pesares, y por que seamos capaces de elevar la que nos queda hasta esas nubes que moldeamos a nuestro gusto, creando estrellas blanquecinas, soles diferentes y ese amor que es lo único que llena la vida, si somos capaces de captarlo.

¡Felicidades, Amiga!

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