Año 2025: cotidianidad y continuidad.

No hay comentarios

Hoy se inicia, a falta de la vida escolar, la cotidianidad del nuevo año. Sabemos que la euforia de las celebraciones bañadas en alcohol fueron momentos algo delirantes, como si estuviésemos experimentando una catarsis por el solo hecho de haber cambiado de año, este 2025 que parece ser un número perfectamente mágico. Sin embargo, aún somos los que hemos sido, y solo el gesto querido de fluir hacia un otro, que se desprenda de las esclavitudes del anterior, implicará cierta metamorfosis causada por el año que empezamos.

A menudo, sucede, que antes de que podamos adquirir conciencia de qué queremos modificar de nuestra existencia y nuestro entorno, empiezan a llover, tormentosamente, sucesos que solo nos dejan el hálito de reaccionar parando los golpes con ese gesto instintivo del antebrazo. Eso es el existir mismo, por lo cual, lo excelso es ser capaces de rebotar los zarpazos, mientras con calma cambiamos de nosotros lo que consideramos caducado y desechable. Esperar a que vengan tiempos mejores en los que podremos con sosiego ir eligiendo en quién queremos irnos convirtiendo, constituye la excusa más recurrente para no movernos de donde estamos.

El dicho “año nuevo, vida nueva” no es algo que por un misterio insondable se produce automáticamente. De hecho, los calendarios son constructos humanos para entender eso que denominamos tiempo. Así que, excepto nosotros, nadie más en la tierra se ha apercibido de esta inflexión artificiosa. Es un ritual más que puede servirnos como acicate, siempre y cuando seamos conscientes de que lo que no hagamos nosotros no “se hace” por inercia.

Los ritos son necesarios, decía el Principito, pero no podemos perder de vista que son herramientas que nos sirven para gestionar nuestro sentir en un entorno que no siempre nos estimula para beneficio propio y de los otros. Los ritos son ritos, la decisión de cambiar con un determinado propósito es nuestra -ya que, aunque solo sea por el proceso de degeneración, todos nos modificaremos-.

Sigamos interceptando las adversidades, pero no nos olvidemos de que nuestra existencia y lo que hagamos de ella depende, en una medida nada menospreciable, de nosotros, nuestros deseos, perspectivas y quereres.

Deja un comentario