A cada uno, la presencia de este elemento rojo le puede sugerir diversas cuestiones. No hay una percepción única. Aquí simplemente doy cuenta de qué me sugiere a mí ese entretejido, frágil aparentemente y cuyo recorrido puede fluir por diversos vericuetos, para desandarlos y experimentar otros. La convicción de que es desde las entrañas, aquello que está sin que pueda ser percibido por los otros, desde donde puede construirse la existencia, para que devenga Vida. Sin embargo, este proceso no es nunca lineal, no es un avanzar como si acumuláramos conocimiento, es un ir y venir, un probar y descartar, un tocar y quemarse, es decir, algo parecido a un laberinto por el que buscamos ese Minotauro -mitad hombre y toro- que necesitamos matar para poder salir indemnes y victoriosos. Dicho en otras palabras, matamos los monstruos interiores para pisar la tierra, el suelo y no vivir obcecados por miedos y pánicos que nos paralizan.
Así, la tela de araña es ese frágil recorrido sin forma geométrica perfecta, es el rastro de nuestro existir, las huellas de nuestro paso dubitativo que da como resultado un enmarañado dibujo. No son más que nuestras entrañas representadas sucintamente. Ni más, ni menos. Ese filosofar -amar lo que no se sabe, aunque intuyamos que nunca lo sabremos- desde la materialidad, los hechos, los cuerpos que sufren y que gozan. Esa indagación de la que no podemos prescindir una vez la hemos iniciado por el laberinto interno -que siempre es también externo- de nuestro pálpito vital.

Cartel elaborado por Barcelona Poetry.

¡Enhorabuena Ana!
Mucho éxito que bien merecido lo tienes, gracias por compartir.
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Gracias a ti, Elvira!!!!
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Siempre con gusto, gracias Ana!!!!
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