De Josep Lluís Mestres he leído poesía -excepcional- relatos -muy bien armados- y ahora esta novela de género negro planteada de forma original. La peculiaridad reside en que está escrita como un monólogo, pero no al uso.
La trama nos sitúa en la época de la Transición española -cuestión problematizada por el autor- y consiste en el desvelamiento que el protagonista, uno de los secuestradores -porque, si no se me ha escapado, no se menciona el nombre en ningún momento- hace al inspector de policía, que se hizo cargo del caso, sobre cuál fue la verdadera historia del secuestro de Juan Domenech Ballet, empresario de renombre.
Bien pues, ante una novela negra uno espera hallar diálogos, acción, …y la novela de Josep Lluís Mestres no nos muestra eso, al menos de manera directa. A lo largo de más de trescientas páginas desarrolla un monólogo mediante el que contextualiza el momento del secuestro y declara, por voluntad propia, todo lo que el inspector no supo descubrir sobre el caso. Conforme te vas adentrando en la lectura se produce un efecto curioso, y es que, aunque es un monólogo, la pasión, espontaneidad y naturalidad del protagonista te lleva a creer que ante él hay ciertamente un inspector de policía escuchándole, con lo que percibes un diálogo, que de facto no está escrito. Esto último es una suposición del lector, ya que al no intervenir nada más que el “secuestrador”, bien podría ser una alucinación de este frente al espejo, o en plena decrepitud mental.
A mi juicio, el gran mérito de esta novela es que escribir un monólogo de tal envergadura y conseguir que la lectura sea dinámica, ágil y te sitúe, en cada momento, en escenarios diferentes y con la percepción de que se da ciertamente un diálogo, es una tarea muy difícil que Josep Lluís Mestres consigue superar con creces. Enhorabuena al autor y tenéis una posible opción para Sant Jordi.
