Basta de guerras que deciden unos, para que mueran los sin voz, que somos todos los ciudadanos.

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Sé que tengo algo descuidado el blog. No siempre se puede atender a todo lo que se valora y considera importante. Mis incursiones son ahora esporádicas y tampoco dispongo de tiempo para leeros a muchos de vosotros, como acostumbraba.

No obstante, siempre hay cuestiones de actualidad que me provocan hilaridad y no puedo dejar de volver a este cuaderno a hacer alguna reflexión.

Estamos, a nivel mundial, asistiendo a una partida de ajedrez por parte de unos cuantos líderes mundiales, que han decidió que las reglas están para no cumplirla y que cada uno improvisa las suyas, creando relatos dispares que, a menudo, están muy distantes de las noticias que conseguimos “cazar” en unos y otros medios.

Por un lado, tenemos a Rusia que quiere un trozo considerable del pastel ucraniano; por otro, a un gobierno que no representa a la mayoría del pueblo hebreo, que está llevando a cabo un genocidio de un calibre cercano a lo que los nazis hicieron en los campos de concentración. Las jaulas son el territorio que habitaban los palestinos que se ha convertido en una prisión de muerte, y donde los que acuden a buscar la supuesta “ayuda humanitaria” son tiroteados por los soldados israelíes. Imágenes difíciles de contemplar, como sucedió cuando se dio a conocer los que ocurrió en los campos de la muerte. La diferencia es que ahora el acceso a esas imágenes, a pesar de que se intente evitar fusilando periodistas y médicos, es más inmediato. Aquí los relatos son tan dispares que hay quien obvia el genocidio, o lo justifica por el atentado del 7 de octubre que perpetró Hamas en la frontera de Israel. No se puede olvidar la historia, ni el auténtico origen del conflicto que no está situado en ese día de octubre, sino en la no-solución que la ONU decretó para compensar al pueblo judío -a un parte, los sionistas- por el holocausto, cediéndole unas tierras que no eran ni de la ONU, ni del recién estado de Israel, sino de quien en aquel momento las habitaba. Si nos remontamos siglos atrás, tendríamos que rehacer toda la geografía planetaria.

Y, lo último que mencionaré es la batalla por evitar que Irán tenga una bomba atómica. La pregunta es ¿quién decide los países que pueden tener bombas atómicas y los que no? ¿Quién le ha concedido esa autoridad? ¿No sería mejor que ningún país tuviese armamento nuclear? Que un loco suba al poder y la use puede ocurrir en cualquier estado -sino pensemos en Trump-. En estos momentos se me ocurren diferentes líderes mundiales con mucho poder que podrían utilizarla contra los que consideran sus enemigos. Algunos especialistas aseguran que Trump tiene un trastorno de personalidad narcisista histriónico, como hemos podido observar en su manera de hablar y actuar, y en la convicción de que solo él tiene el poder de usar un lenguaje performativo que crea la realidad, declarando que una guerra se ha acabado cuando él no interviene, o erigiéndose, en general, en el líder divino del planeta. Como si sus palabras fuesen sagradas y tuvieran el poder de provocar los acontecimientos que a él se le antojan.

Pero, desgraciadamente, el problema no es solo Trump, es un sistema mundial que funciona con la lógica de las mafias y donde el Derecho Internacional ha quedado dinamitado, y la ONU sin autoridad ni credibilidad ninguna. Estamos pues, en manos de unos cuantos dictadores subidos de tono que juegan con las vidas de los demás como si les pertenecieran, a las que les quitan todo valor, cosifican y utilizan como mercancía para conseguir más poder, más territorio. Y detrás de cada vida ninguneada hay alguien que palpitaba, que vivía y que ha sido despojado de cualquier derecho, se ha convertido en un número, un dato que se usa como argumento entre los iluminados fascistas. Sin que les importen esas vidas para nada.

Se requieren remedios paliativos rápidos, porque las soluciones o lo más próximo a ellas se gestan lentamente y con mucho tiempo. Sin embargo, no por eso el mundo debe dejar que sigan exterminando palestinos, que algunos estados ataquen a quienes ellos consideran que tiene derecho a hacerlo, siempre como legítima defensa preventiva. Lo cual permite a cualquier estado atacar a otro sin más.

Estamos en una situación muy delicada, con una Europa y una OTAN divididas y en las que se puede crear una división y ruptura aliándose con un bando u otro. Aunque que estuviesen unidas no creo que ayudara mucho en un momento en el que EE. UU. está dirigido dictatorialmente por un narcisista histriónico.

Así es que, los ciudadanos europeos solo nos quedan salir en masa a manifestarnos de forma sistemática y masiva, porque no tenemos otros medios. Obviamente debería ser una acción colectiva acompasada, persistente y constante que bloqueara el funcionamiento de las grandes ciudades, para ver si esto sirve de presión para que los gobiernos reaccionen. Y, por supuesto, que los estadounidenses, los israelís, los rusos se amotinen contra sus gobiernos para expresar su absoluta oposición. Esto, como ya sabemos, acabaría con el apaleamiento de los manifestantes, encarcelamiento, … ¿nos queda otra opción rápida para detener las matanzas que cada vez se extienden más ¿qué opinan las familias, israelís, palestinas, libaneses, americanas, iraníes, yemeníes,  ….?

Los ciudadanos no queremos guerras que deciden locos para que vayamos nosotros a matarnos y ellos se queden en su poltrona. Recordemos el sinsentido que provocó la guerra del Vietnam, la guerra de Irak, y seguramente muchas otras guerras cuando los que combatían dejaban de entender qué hacían allí, realmente.

Basta de gobiernos y Estados que nos lleven a guerras que no queremos, ni nosotros ni esas familias que ya están rotas, desangradas de dolor y que no remontarán hasta dentro de varias generaciones.

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