¿Hay progreso?

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Asediados por la impunidad de muchos, otros malviven entre escombros, ruinas y sin enseres ni útiles que puedan considerar suyos: su colchón, su cazuela, su peluche, su retrete, …miseria absoluta que alcanza su punto álgido con la hambruna. ¡Hay tantos lugares del mundo en los que sucede esto! Las coyunturas políticas nos llevan a focalizar nuestra atención y a manifestar nuestro horror en lugares determinados; ahora es el tiempo de Palestina, aunque como bien sabemos el interés mediático, de las redes sociales y de cada uno de nosotros decaerá, para sentirnos encanalizados por otras inhumanidades, que serán necesariamente nuevas, sino que verán cómo se les da cobertura y de espolea la conciencia de la opinión pública.

Lo dicho, no excusa lo más mínimo lo que el Estado de Israel está cometiendo con el pueblo palestino, un genocidio. Lo efímero de su interés no le resta un ápice de gravedad, ilegalidad y violación de cualquier Derecho. Sin embargo, es triste que tengan que pasar dos años desde aquel ataque de Hamas en la frontera con Israel, en el que arrasó con más de mil vidas, para que nos demos cuenta de que “la respuesta” es de una desproporción descomunal, ilegítima y propia de un terrorista, aquello de lo que ellos acusan a Hamas. Y aún es más deplorable, que en otros casos deban pasar inclusive décadas para que tengamos al menos conciencia de lo que acontece salvajemente en otros puntos del planeta.

De ahí que, me muestre resistente a cualificar de progreso los cambios que desde siglos se han ido produciendo en la forma de vida de los humanos. Por ejemplo, la China que es ya una potencia basa parte de su crecimiento y preponderancia en la explotación que cada individuo se autoimpone por la ideología que se le ha inculcado. Visto con otros ojos, su forma de existencia no llega a ser vida: trabajan, comen rápido, duermen, y se reinicia el ciclo, que solo parecen detener una semana al año. No tienen tiempo para vivir porque tienen que trabajar cuanto más, mejor. ¿Eso es progreso? Quizás haya menos pobreza que hace años, pero la superación de ésta no es deseable que se obtenga a cambio de la esclavitud al capitalismo productivo más salvaje. Los consumidores somos los ciudadanos de otros países que sí disponemos de ocio, aunque nos estemos empobreciendo cada vez más. Paradojas de un sistema que engulle, y de un solo trago a quien no se deja la vida trabajando.

Echemos una ojeada al mundo ¿estamos realmente satisfechos de lo que hemos creado? ¿somos cada vez más civilizados? ¿Queda algo de esperanza en que podamos mejorar? ¿disponemos de esa capacidad, despojándonos de narcisismos, egoísmos, paranoias…? El mundo se reducirá progresivamente a ser el patrimonio de una minoría, a la que la gran mayoría servirá y no cuestionará como buenos esclavos.

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