Dicotomías maniqueas.

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Imagen: Thomas M. Disch: O la hora de nuestro final – Fabulantes. «Factoría de ideas».

Desde el momento en el que planteamos una cuestión como una dicotomía, estamos profiriendo un discurso dogmático, falto de perspectiva y necesariamente excluyente.

En otras palabras, el negro y el blanco no son los únicos colores que podemos percibir, sino que existe una gama amplia de ellos, inclusive los grises como matizaciones del imperio de los extremos.

Esta forma de bifurcar el mundo, los acontecimientos y las acciones humanas acostumbra a generar más problemas que vías de solución, ya que no permite la discrepancia, la disensión o la creatividad de los sujetos que se sienten o se les implica.

Obligamos a decidir entre dos formas contrapuestas de percibir el mundo, como si no hubiese nada más y con las que muchos pueden no sentirse identificados. Un caso reciente, que sigue vigente, ha sido la necesaria opción entre A=Apoyas a Israel, o B=eres antisemita. Es decir, o veneras todo lo que pueda hacer un gobierno de un determinado estado, o eres un fóbico de sus ciudadanos. Sería equivalente a decir que o estás de acuerdo con todo lo que hace el gobierno actual de España o eres antiespañol.

La diferencia nada menor, que no se vive por parte de los israelíes con indiferencia, es que ellos identifican ciudadano israelí con auténtico judío y quien está contra Israel -pocos introducen la nada menor aclaración de que es contra el gobierno y no necesariamente contra el estado- es, por ende, antisemita. De tal manera, que han estado, sobre todo su gobierno y muchos de sus partidarios -judíos o no- argumentando que quien apoyaba a Palestina era antisemita, y esa tremenda palabra en una cultura como la Occidental, que aún nota el olor de los hornos crematorios, no puede ser aceptada por casi nadie a quien se le atribuya; es más puede ser sentida como un insulto, porque es casi como denominar a alguien nazi, que es su correlato histórico.

Por fortuna, hay muchos que han sabido establecer algunas diferenciaciones cruciales: reconocer por los datos de la misma ONU que en Palestina se estaba -esperemos- produciendo un genocidio y clamar por el final de esa masacre no era equivalente a ser ni antisemita, ni antisionista -este término requiere un artículo exclusivo- ni, tan siquiera, una o las dos posibilidades simultáneamente. Precisamente, los que se ha levantado contra el exterminio que el gobierno de Israel ha llevado a cabo con el pueblo palestino, ha sido porque tenían muy presente el holocausto y el exterminio de otras minorías que los nazis llevaron a cabo, y que no hay que olvidar: discapacitados, homosexuales, comunistas, personas que no fuesen de raza aria -gitanos, negros-. Y no lo han olvidado -el cine es una muestra de cómo está aún presente en la sociedades occidentales- para que no se repita, y en caso de que así fuese poder pararlo, y no justificarse con la repetida frase “no lo sabíamos”. Hay que aclarar que el exterminio perpetrado por los nazis de judíos y otros grupos no ha sido el último genocidio de la historia; en Ruanda en el año 1994 se produjo un intento de exterminio total de la mayoría hutu a la minoría tutsi, que era la que dominaba en el país. Obviamente, cada cruel suceso tiene su origen y malentendidos, tal vez creados a propósito, pero nunca es justificable que los problemas sociales, económicos entre pueblos distintos se resuelvan de esta manera. No sería justo obviar que en el trasfondo de ambos genocidios está la historia europea y acciones que el continente dominante llevó a cabo en momentos concretos, y que implicaron una serie de consecuencias que posteriormente sirvieron de semillas para generar un odio terrible.

Concluyendo, las campañas de boicot al consumo para luchar contra el genocidio se han realizado a productos israelís, no a cualquier producto en el que hubiera capital de algún judío; esto implica que si quien comete el genocidio es el Estado de Israel es contra éste, y no contra sus ciudadanos sean de la etnia que sean. Así, los eventos deportivos en los que se ha intentado excluir a Israel, no ha sido contra los deportistas en concreto, sino porque representaban a un estado genocida.

El tema es complejo, pero no debemos permitir que esta confusión se extienda, ni por el riesgo de que se sume algún antisemita, ni sobre todo por que el pueblo judío perciba que nadie lucha contra él, nada más lejos de la realidad.

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