Colgamos los brazos distendidos en la barandilla de la terraza, observando lo que pudiera avecinarse, mientras otorgamos descanso a la obsesión de discurrir, agotados de verlas venir antes de arribadas.
DISQUISICIONES DESDE EL ABISMO
Colgamos los brazos distendidos en la barandilla de la terraza, observando lo que pudiera avecinarse, mientras otorgamos descanso a la obsesión de discurrir, agotados de verlas venir antes de arribadas.