El otoño es un acervo del tiempo que, blanquecino o no, se instala irremisiblemente en nuestro cuerpo. Con el viento desapacible que trae consigo, nos otorga a su vez una mirada ocre y realista del recorrido vital. Quizás, nos tiritan las palabras pero no de miedo, sino de la convicción de que no hay certezas,