Los senderos encubiertos, que no se avienen con la ruta de la ortodoxia cultural, deberían ser rastreados con el digno propósito de generar su aparecer. Una vez mostrados pueden ser escudriñados y posteriormente surcados o no. Pero lo que no cabe es una ortodoxia borreguil que nos ningunea, nos anula, nos difumina hasta la extinción.