La posibilidad de calibrar el riesgo real de que estallé una III guerra mundial exige poseer más información de la que los ciudadanos de a pie tenemos. Disponemos de información, seguramente distorsionada, sobre acciones bélicas de algunos Estados y de declaraciones entre cruzadas de líderes políticos. Hasta aquí, podríamos decir que hemos vivido situaciones parecidas
