“Lo bueno, si breve, dos veces bueno” decía Gracián. Hoy, por el contrario, me lamentaría de que algo bueno fuese breve, porque hay tal exceso de producción, de todo tipo, fútil e insustancial, que cuando hallamos algo bueno, lo último que queremos es su brevedad. Antes bien, deseamos su despliegue extenso que pueda despertarnos la