Ayer falleció Pepe Mújica, el único político que he conocido que considero admirable: la cárcel, la tortura, y después presidente de Urugay renunciando a residir en la casa lujosa presidencial y permaneciendo en su vivienda habitual: una granja con cultivos, animales y lo mínimo para vivir, algo inédito a nivel mundial. Sus convicciones, su coherencia
