El lugar propio es la forma concreta de habitar el mundo, simbólicamente, cuya plasticidad y flexibilidad es imprescindible para que no se rompan las costuras del espacio. Durante la adolescencia y la juventud, buscamos ese lugar hasta que lo hallamos y su vigencia es tan relativa como su sustancialidad. Somos individuos en tránsito que interrelacionados
