Los días anodinos predominan en la cadencia de un tiempo que se torna monótono y sombrío, constituyendo la sintonía de un existir insípido. Lo asombroso es una rara avis que nos distancia de esa tonalidad grisácea en la que nos hallamos sumergidos. El riesgo de lo excepcional es que nos confunda, nos deslumbre y creamos
