Ahora que parece iniciarse el curso con cierto desánimo debido a la incertidumbre en el plan de estudios a aplicar y a los métodos de aprendizaje que dependen más que nunca de decisiones políticas, y cada vez menos de quien tiene la responsabilidad directa de educar y enseñar, a saber los claustros de profesores, deseo focalizar la mirada en un fenómeno que siendo minoritario es esperanzador.
Existen jóvenes enamorados y casi abducidos por las letras, el arte, la filosofía, la historia que constituyen un grupúsculo marginal que se ha enfrentado con coraje, valentía y convicción a la sociedad que continuamente les advertía de la locura que iban a cometer. No encontrarían trabajo teniendo en cuenta la inutilidad de sus estudios, serían unos parados perpetuos y vivirían debajo de un puente (haciendo algo de caricatura, no mucha) ¡Pero eh aquí! A los héroes hipermodernos, que conscientes de la gratuidad de su elección y habiéndose apercibido de que la vida no se la juegan en la frivolidad que el sistema les ofrece, arremeten contra la cordura y como mosqueteros audaces superan todos los obstáculos y toman sus posiciones. Desde las distintas atalayas indagan la existencia y el mundo, se reúnen con espontaneidad, dialogan, vibran con lo que descubren y reafirman la necesidad de ahondar por esos derroteros poco concurridos. Están satisfechos porque crecen y maduran aprendiendo lo que les da un sentido a su quehacer cotidiano, aunque su orientación acabe siendo el sin sentido en algunos casos. Ante tiempos inciertos y convulsos no huyen como idealistas románticos, sino que se aferran a la inmediatez del ahora, conscientes de que la pasión y el fervor experimentados hoy puede nutrirse pero no posponerse a un porvenir que quizás no venga.
Y, tras estos héroes de la decisión, hubo profesores que ilusionaron y estimularon esos espíritus que cedieron doblegados a la belleza de las llamadas humanidades, también familias. Pero creo que en este momento cabe recordar que algunos de esos alumnos fueron nuestros alumnos, y que sea como fuere tal vez si pusimos pasión y amor en nuestra manera de educar sus mentes, algo haya de nosotros en esa convicción que los sustenta.
